misiones del Escuadrón de Despliegue Aéreo dosier 913
En todo este proceso han realizado un papel fundamental
tanto las dos unidades caninas compuestas por guía y perro
detector de explosivos, como las dos mujeres que formaban
parte del despliegue del EADA.
Una vez identificados y registrados, se les conducía a la
zona de espera previa al embarque, situada en los exteriores
de la terminal de pasajeros de la parte militar del aeropuerto,
cubriéndose unas distancias de hasta seis kilómetros entre la
puerta de acceso y la zona de espera. Allí se confeccionaba el
manifiesto de personal y se organizaba el embarque.
En la zona de espera, situada en una rotonda detrás del
acceso a la plataforma, no se disponía de ninguna instalación
que les protegiese de las inclemencias del tiempo,
improvisándose un pequeño campamento con pallets de
madera y alguna lona, donde al menos los niños podían
protegerse del sol de día y el frío de la noche, disponiendo
de tan solo dos baños químicos para todo el personal que
estaba esperando ser evacuado.
Durante todo este proceso, desde el acceso al aeropuerto
hasta su embarque en las aeronaves A400, el personal
del EADA dirigía y controlaba la operación, incluyendo la
asistencia sanitaria de primeros auxilios con personal especialmente
formado, siendo trasladados en algunos casos al
Role 2 desplegado por la coalición en Kabul para atención
más especializada.
Asimismo, también se les proporcionó apoyo logístico
consistente en el suministro de agua y comida, con apoyo
revista de aeronáutica y astronáutica / noviembre 2021
del HUB de Dubái, así como transporte durante los distintos
desplazamientos interiores en el aeropuerto.
La evacuación de personal de Afganistán ha sido una
operación aérea en la que el EADA ha aportado un contingente
de 66 efectivos, aportando las capacidades de protección
de la fuerza, apoyo al transporte y controladores de
combate (CCT), siendo la unidad de referencia del Ejército
del Aire para dichas capacidades, y estando especialmente
adiestrada para dichos cometidos, mostrando su versatilidad
y capacidad de adaptación.
Después de tantos años desplegados en Afganistán, esta
ha sido la misión que más nos ha llenado de orgullo, puesto
que no ha consistido solamente en dar nuevas oportunidades
de futuro a las personas que conseguimos evacuar,
sino también para que personas, como la periodista Khadija
Amin, o la defensora de los derechos fundamentales de
las mujeres Massouda Kohistani, puedan seguir trabajando
desde España con el fin de que los logros alcanzados durante
20 años de democracia no se queden en el olvido.
Por último, queremos destacar que para todos los
miembros del EADA ha sido un honor poder participar en
la operación y ser, por más de 12 días, la punta de lanza
de la solidaridad de la sociedad española, y poder ayudar
a los verdaderos héroes de esta operación, las mujeres y
niños afganos, dándoles una nueva oportunidad de vivir
en una sociedad más justa y respetuosa con sus derechos
fundamentales. n
MUJERES DEL EADA EN KABUL
Teniendo en cuenta las singularidades de la sociedad afgana,
la presencia femenina en los despliegues del EADA en
Kabul y Dubái fue un aspecto fundamental durante la planificación
de la misión, siendo una de las piezas fundamentales en
el éxito de la misma.
La sargento Rebeca Sánchez Juan formó parte del grupo de
los diecisiete primeros miembros del EADA desplegados en
Kabul, definiendo su experiencia como «impactante e intensa
a nivel personal».
Con 37 años de edad, y siete años de experiencia en la unidad,
al margen de sus cometidos propios de los equipos de
seguridad, la sargento realizaba en especial y casi en exclusiva
las labores de seguridad y registro a las mujeres evacuadas y
a sus hijos.
«Sabiendo que es un trabajo intrusivo, y en las condiciones
extremas de desesperación, deshidratación y miedo en las que
llegaban a nosotros, mi principal prioridad era transmitirles seguridad
y sosiego en ese caos, a través de sonrisas y gestos,
para que viesen que estábamos ahí para ayudarles», expresa
con orgullo al recordar esos días.
Otro aspecto que resalta es la dificultad de «tener que huir
dejando todo atrás, con apenas lo que te cabe en las manos,
y llegar al amparo de personal que apenas habla tu idioma, y
del que supuestamente te tienes que fiar, habiendo estando
previamente en una situación infrahumana y sufrir la violencia
en los controles previos de los talibanes».
Cierra su relato destacando que esta misión ha potenciado
«su lado más humano», donde «si bien el entrenamiento recibido
en la unidad prepara para situaciones de estrés, esta misión
es una vivencia que permanecerá en la memoria de todos sus
integrantes».