ESTEBAN MIRA CABALLOS
Cuauhtemoc envió a 10.000 soldados por tierra y 2.000 canoas a defenderla.
Derrotados los mexicas, los xochimilca dijeron al metelinense que eran
esclavos de los tenochca, pidiéndole disculpas por su tardanza en pedirle el
vasallaje48.
Todo el entorno lacustre estaba ya controlado; ahora faltaba cortar el acue-ducto
de Chapultepec y dejar sin agua dulce a la ciudad. La idea tampoco era
muy novedosa, pues desde la antigüedad clásica se ha usado sistemáticamente
en todos los asedios49. Cuauhtemoc, el tlatoani de los mexicas, se anticipó a
una decisión previsible de su rival enviando tropas para evitar que las huestes
cortasen el citado canal. Sin embargo, no pudieron evitar la rotura del acue-ducto,
porque los tenochca fueron rechazados por las huestes lideradas por
Cristóbal de Olid50. De esta forma se redujo la disponibilidad de agua potable
de los sitiados51. Y decimos tan solo que se redujo porque, durante el tiempo
que Tenochtitlan estuvo cercada, llovió de forma abundante, lo que atenuó en
cierta medida los efectos del corte del suministro52.
No obstante, el joven tlatoani no se conformó con el resultado y envió más
de 2.000 canoas y piraguas a la zona del puente de Tacuba, desde donde
lanzaron todo tipo de proyectiles, varas, flechas y piedras. Los ocupantes de
las canoas tenochca apenas recibieron daño, porque habían colocado en ellas
unos parapetos para protegerse de las ballestas y las escopetas. El resultado
fue que lo hispanos tuvieron que batirse en retirada, perdiendo la vida ocho de
ellos y resultando heridos medio centenar53. Pese a todo, en adelante a los
asediados les resultó muy difícil obtener alimentos frescos, fundamentalmente
frutas y verduras, pues los asediadores cortaron todas las calzadas de acceso a
tierra firme, y la flota de fustas vigiló el tráfico de canoas durante la noche54.
Eso sí, dispusieron de carne humana, lo mismo los mexicas que los tlaxcalte-cas,
que también la ingerían, ante la permisividad de los hispanos55. Bien es
cierto que la alimentación de los asediadores era más abundante, pero poco
(48) CORTÉS, p. 238.
(49) Por ejemplo, en el asedio del general romano Escipión Emiliano sobre Numancia, lo
primero que este hizo fue cortar el suministro de agua dulce, una de las claves de su éxito.
GARCÍA ALONSO, Francisco: Furor barbari! Celtas y germanos contra Roma, Sello Editorial,
Madrid, 2011, pp. 155-156.
(50) ANGLERÍA, p. 366; DÍAZ DEL CASTILLO, p. 613.
(51) LÓPEZ DE GÓMARA II, pp. 191-192. Huelga decir que, aunque la ciudad estaba en
medio del lago Texcoco, su agua era salada y, por tanto, no se podía usar para el consumo
humano. El propio Cortés mencionó esta salinidad; CORTÉS, p. 132; FERNÁNDEZ DE OVIEDO IV,
p. 120.
(52) MIRALLES, Juan: Hernán Cortés, inventor de México, Tusquets, Barcelona, 2001,
p. 319.
(53) DÍAZ DEL CASTILLO, pp. 613-614.
(54) En un primer momento, Pedro de Alvarado, que estaba en la zona de Tacuba, detectó
que los tenochca entraban y salían de la ciudad por medio de una calzada no vigilada. Hernán
Cortés le ordenó asentar su real allí, para cortar toda comunicación con el exterior. Con poste-rioridad
hubo algún aprovisionamiento de alimentos a través de las canoas, pero se encargó a
las fustas su vigilancia. FERNÁNDEZ DE OVIEDO IV, p. 120.
(55) Ibídem, pp. 125-126.
100 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 154 (2021), pp. 89-106. ISSN 0212-467X