intento de recuperar el prestigio internacional de la otrora potencia militar y
colonial española. El general se limitaba, de hecho, a apuntalar la estructura
castrense sobre la que se asentaba el Estado. Al respecto, la siguiente reflexión
del profesor Puell de la Villa parece cobrar todo su sentido: «La política de
defensa viene condicionada por los objetivos que marca la política exterior.
Cuando el Estado carece de política exterior, o los objetivos son ambiguos, la
política de defensa se resiente y con ella todo el sistema militar»6.
La oportunidad propicia que aguardaba O’Donnell para iniciar la aventura
mexicana no se demoró mucho. La guerra civil en el país americano finalizó
en enero de 1861 con la victoria de los liberales, pero la penuria subsecuente a
la devastadora contienda llevó en julio de ese mismo año a Benito Juárez, el
nuevo máximo dirigente del país, a promulgar un decreto presidencial por el
que se suspendía durante dos años el pago de la deuda exterior7. Este hecho,
unido a los intentos de los conservadores de conseguir apoyo en Europa
–sus pretensiones armonizaban con los intereses franceses–, conduciría a que,
a finales de octubre, España, Gran Bretaña y Francia firmaran la llamada
Convención de Londres, un acuerdo diplomático que autorizaba la organiza-ción
y el envío de una expedición militar a México con el objetivo de defen-der
los intereses económicos de las tres naciones8.
En el convenio se establecía la organización inmediata de una fuerza
combinada de mar y tierra, «suficiente para poder tomar y ocupar las diferen-tes
fortalezas y posesiones del litoral de Méjico» (art. 1). No obstante, el trata-do
quedó en suspenso hasta su ratificación, que tendría lugar el 15 de
noviembre de ese mismo año.
Con todo, a O’Donnell le pudo la impaciencia o, como apuntaba el capitán
García, erudito militar y autor de la extraordinaria obra Antecedentes político-diplomáticos
de la expedición española a México (1836-1862), puede que su
propósito fuese «únicamente el de apoderarse de México, ayudar al partido
reaccionario o conservador e implantar una monarquía en su antigua colonia»9.
Así, mientras los plenipotenciarios negociaban en la capital británica las
cláusulas que mejor se acomodaran a los intereses particulares de sus respecti-vos
países, el gobierno español, un mes y veinte días antes de que se firmara
el mencionado acuerdo en Londres, remitía un oficio al general Serrano para
(6) PUELL DE LA VILLA, F.: Historia del Ejército en España, Alianza Editorial, Madrid,
2005, p. 28.
(7) GUTIÉRREZ HERNÁNDEZ, A.: «Juárez, las relaciones diplomáticas con España y los
españoles en México», Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, núm. 34
(2007), 29-63, p. 43.
(8) Convenio firmado en Londres el 31 de octubre de 1861. Una copia del documento
puede leerse en AMN, Ms. 1264, f. 306/28.
(9) GARCÍA PÉREZ, A.: Antecedentes político-diplomáticos de la expedición española a
México (1836-1862), Imprenta a cargo de Eduardo Arias, Madrid, 1904, p. 72. Sobre los ante-cedentes
de la expedición, también merecen ser citados los trabajos posteriores de las historia-doras
Lilia Díaz y Antonia Pi-Suñer incluidos en la bibliografía, así como el magnífico artículo
publicado en la Revista de Historia Militar, en 2017, por el profesor Emilio de Diego, también
incluido en la bibliografía.
12 Año 2021 SUPLEMENTO N.º 34 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 154