El resurgimiento de la Armada
La Armada española, que durante el siglo XVIII llegó a ser la segunda
marina de guerra, en cuanto a importancia, tras la de Gran Bretaña, al finali-zar
la guerra de la Independencia (1808-1814) había dejado prácticamente
de existir. En las siguientes décadas, perdidas ya la mayor parte de las pose-siones
ultramarinas, los gobiernos españoles, más preocupados de las luchas
civiles en el territorio peninsular, dieron la espalda definitivamente a la
mar24.
Pese a ello, el 8 de julio de 1817, un pequeño barco denominado Real
Fernando, perteneciente a la Real Compañía de Navegación del Guadalquivir,
realizó su primer viaje de pruebas entre Sevilla y Cádiz, vía Sanlúcar de
Barrameda. El hecho, aparentemente sin trascendencia, iba sin embargo a
inaugurar una nueva era en la marina española. Aquel pequeño transporte de
pasajeros, que sería conocido popularmente como«el Betis», fue el primer
buque propulsado a vapor en nuestro país25. Dos años después se inauguraba
en Cuba la primera línea marítima, que conectó La Habana y Matanzas
mediante el vapor Neptuno26.
En lo que atañe a la Armada, las Cortes aprobaron en 1820 la construcción
de un buque de vapor, proyectado en España por el ingeniero Vicente Roca-fuerte,
pero el decreto no llegó a hacerse efectivo por falta de fondos. De
hecho, la situación era tan apurada que el propio titular de la Secretaría de
Marina, Juan Gabriel Jabat, informó en el Congreso de que, «de los diecisiete
navíos que había en nuestros puertos, solamente cuatro estaban en condicio-nes
de hacerse a la mar»27. Un escenario que se agravaría aún más en los años
siguientes. En este sentido, la descripción que hacía ante las Cortes Dionisio
Capaz, titular de la cartera de Marina, del estado de la Armada en 1822 resulta
concluyente:
«Horroroso cuadro económico (...). Se carece de barcos, diques; el individuo
de Marina vive en la miseria (...). Se creó el Almirantazgo, pero todo quedó en
papeles, por falta de recursos (...). Cada vez que surge una atención, hay que
(24) Al respecto, resulta significativo el número de navíos y fragatas existentes en 1800,
respectivamente 64 y 42, que pasa en 1847 a treinta y seis. VEGA BLASCO, A. de la: «De la vela
al vapor», La España marítima del siglo XIX (I). Cuadernos Monográficos del Instituto de
Historia y Cultura Naval, núm. 4 (1989), 61-80, p. 65.
(25) ANCA ALAMILLO, A.: «El primer vapor de la Armada española», Revista General de
Marina, t. 259 (2010), 613-618, p. 613. Botado el 31 de mayo en el pequeño astillero de Los
Remedios de Triana, en Sevilla, montaba una caldera y una máquina con dos ruedas laterales.
En la Gaceta de Madrid de 22 de julio de 1817 (pp. 768-769) puede leerse una descripción del
viaje inaugural.
(26) ANCA ALAMILLO, p. 615.
(27) FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, F.: «España cara al mar: ingenieros y técnicos para la Arma-da
y el comercio marítimo», en SILVA SUÁREZ, Manuel (ed.): Técnica e ingeniería en España
IV. El Ochocientos: pensamiento, profesiones y sociedad, Real Academia de Ingeniería-Institu-ción
«Fernando el Católico», Zaragoza, 2007, 695-753, p. 698.
Año 2021 SUPLEMENTO N.º 34 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 154 19