LEPANTO. LOS PROBLEMAS DE LA VICTORIA Y LA «QUIETUD SOSIEGO DE LA...
volviera en cuanto tuviera noticia de esta orden. Además, la empresa de Argel
presentaba la enorme ventaja de que su eventual éxito acabaría con el siempre
peligroso frente de los corsarios berberiscos. Para justificar este giro estratégi-co
ante el Papa, se le transmitiría que, al fin y al cabo, el innegable avance la
herejía en Francia y la connivencia de esta con Inglaterra en la acción interna-cional
constituían focos de conflicto que había también que neutralizar en
provecho de la cristiandad33.
Tras la defección de Venecia de la Liga, producida de forma oficial el 7 de
marzo de 1573 con la firma por separado de una paz con el Turco, y una vez
desbaratados los objetivos de la coalición en Levante tras la toma de Túnez,
en octubre de ese año, por don Juan de Austria, Felipe II tenía ya claro que,
más allá de las acciones operativas, lo importante era disponer de una flota en
el Mediterráneo lo suficientemente competitiva para hacer frente a cualquier
contingencia, y que además fuese estable, no concebida para un único objeti-vo
concreto de gran alcance. Según consta en la documentación del rico archi-vo
de la Casa de Santa Cruz, localizada hoy en el Archivo de la Nobleza en
Toledo –repositorio hasta ahora apenas consultado por los historiadores–,
Felipe II transmite esta idea a don Álvaro de Bazán a partir de distintas inicia-tivas.
Ya en carta de 26 de enero de 1572, el monarca comunicaba al marqués de
Santa Cruz que se construyeran galeazas –a raíz de su óptimo resultado en
Lepanto34– «por ser de mucho servicio y útiles para la navegación»35. El 9 y el
28 de marzo Felipe II transmitía igualmente al marqués la necesidad de armar
más galeras en Nápoles, además de la Real, que se construía en Barcelona
para don Juan36. En junio del año siguiente, el Rey Prudente quiere dar la
máxima importancia a aprestar una gran armada para el Mediterráneo. Con
vistas a ello, escribe a don Juan a fin de que consulte sin tardanza el parecer
de los personajes más experimentados sobre estas cosas:
«Advirtiendo además de esto que el número de galeras con que ahora nos
hayamos armadas es demasiado para la guardia de las costas de nuestros reinos y
estados, y que para esto bastaría tener armadas 80 en galeras, en lo cual acá
también se había comenzado a mirar como habéis visto por la carta que sobre ello
(33) GARCÍA HERNÁN: ob., cit., pp. 77-78.
(34) Algo pasado por alto con bastante frecuencia en la historiografía española y ensalza-do
de forma exorbitada por la italiana, de acuerdo con el sesgo nacionalista que ha acompañado
casi siempre las interpretaciones de de la victoria de Lepanto. Todavía en nuestra época, en un
documental de 2002 de Spiegel TV para ZDF, tiulado Tauchfahrt in die Vergangenheit. Die
Seeschlacht von Lepanto, el mérito de la victoria se adjudica casi por completo a las galeazas
venecianas –los historiadores entrevistados son en su gran mayoría italianos–, y apenas se habla
de España y se presenta a Carlos V como «el hijo del emperador».
(35) HNob, Santa Cruz, C.44, D.3-9, f. LXI. Para la efectividad de las galeazas en el
combate naval, véase el reciente artículo de GARCÍA-TORRALBA PÉREZ, Enrique: «Los ecos de
Lepanto. Las galeazas y galeras españolas en el Atlántico», Revista de Historia Naval,
núm. 153 (2021).
(36) HNob, Santa Cruz, C.44, D.3-9, f. LXV.
REVISTA DE HISTORIA NAVAL 154 (2021), pp. 9-26. ISSN 0212-467X 19