EL ARMA NAVAL EN LA CONQUISTA DE TENOCHTITLAN
y de fábrica de navíos»4. Dirigió la construcción de siete barcazas para el regre-so
de los supervivientes, siguiendo, eso sí, la línea costera. Colaboraron con él
cinco carpinteros vizcaínos, entre ellos Joanes de Abbadía, y dos calafates, uno
también genovés y el otro originario de la isla de Cerdeña, que prepararon la
estopa con hilos de henequén. Además, dado que los trabajos se realizaron en
temporada de lluvias, construyeron cuatro grandes galpones que usaron como
atarazanas5. Y los propios españoles se sorprendieron del resultado porque,
pese a calafatearlos sin el material adecuado, resultaron ser «estancos y muy
buenos»6. Pero, volviendo a Martín López, este litigó con Hernán Cortés, e
incluso con su hijo, el segundo marqués del Valle, para que se le recompensa-sen
adecuadamente los servicios prestados. Concretamente reclamó el precio
de las diecisiete embarcaciones que construyó, las cuatro que quemaron inicial-mente
los mexicas y las trece del cerco de Tenochtitlan7. Sin embargo, murió
prácticamente olvidado y sin haber logrado las compensaciones solicitadas.
Tenochtitlan, la majestuosa capital lacustre, se fundó en 1325, aunque no
se independizó del poder de Azcapotzalco hasta poco más de un siglo
después, concretamente hasta 14288. Según la mitología, en la elección del
sitio medió el dios de la guerra, Huitzilopochtli, quien indicó a las mexicas
que debían hacerlo en el lugar donde encontrasen a un águila sobre un nopal,
devorando una tuna9. El lugar indicado resultó ser una zona lacustre, rodeada
(4) GARCILASO DE LA VEGA (Inca): La Florida del Inca (ed., Silvia L. Hilton), Historia 16,
Madrid, 1986, pp. 416, 472 y 499ss. Tan solo unos 300 hombres consiguieron regresar con vida
al Pánuco, a razón de poco más de 40 hombres por embarcación.
(5) Ibídem, p. 499.
(6) HERNÁNDEZ DE BIEDMA, Luis: «Relación del suceso de la jornada que hizo Hernando
de Soto y la calidad de la tierra por donde anduvo», en Colección de varios documentos para la
historia de La Florida y tierras adyacentes I, Buckingham Smith, Madrid, 1857, pp. 47-64. Se
puede consultar en línea en http://archive.org/detalls/coleccindevario1smituoft
(7) Y parece incluso que fue el propio Martín López quien financió su construcción,
«pagando a los oficiales que en ello entendían», por lo que se pasó décadas reclamando la
compensación de esos servicios. Se desposó con Juana Hernández, con la que tuvo nada menos
que doce hijos, por lo que la encomienda de Tequixquiac que tenía asignada apenas le daba para
sobrevivir. Archivo General de Indias (AGI), Patronato 57, N.1, R.1, expediente y probanza de
Martín López, 1544-1570.
(8) GIBSON, Charles: Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, Siglo XXI,
Madrid, 2000, p. 25; GRUZINSKI, Serge: El destino truncado del imperio azteca, Aguilar,
Madrid, 1991, p. 22; BUENO BRAVO, Isabel: «Los aliados de Cortés en la conquista de Méxi-co
», Revista de Historia Militar, núm. 118, Madrid, 2015, p. 15; HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA,
Mario: Hernán Cortés, Quórum, Madrid, 1987, p. 59. La mayoría de los testimonios sitúan la
fundación en esa fecha, aunque fray Toribio la adelanta veintisiete años, situándola en el año
1298 (MOTOLINÍA, fray Toribio de: Historia de los indios de la Nueva España, Dastin, Madrid,
2001, p. 237), y otras fuentes la retrasan, situándola en 1345 o en 1377 (DUVERGER, Christian:
El origen de los aztecas, Grijalbo, México, 1988, p. 182).
(9) La mayor parte de la historiografía defiende la idea de que el águila devoraba a una
culebra. Véase por ejemplo ALVARADO TEZOZÓMOC, Hernando: Crónica mexicana (eds.,
Gonzalo Díaz y Germán Vázquez), Dastin, Madrid, 2001, p. 54; SOUSTELLE, Jacques: Los azte-cas,
Oikos-tau, Barcelona, 1980, pp. 16-18. Sin embargo, parece ser que la rapaz en cuestión no
se comía exactamente una serpiente, sino una tuna. DUVERGER, p. 359.
REVISTA DE HISTORIA NAVAL 154 (2021), pp. 89-106. ISSN 0212-467X 91