ESTEBAN MIRA CABALLOS
menos tal como se entendían en Europa, su ubicación, como ya hemos afirma-do,
se prestaba a una defensa numantina. El extremeño sabía que la toma de la
ciudad de los lagos solo era posible llevando a cabo dos medidas: 1) tomando
todos los pueblos del entorno del lago, para evitar toda posibilidad de que reci-biesen
ayuda externa, y 2) mediante una acometida combinada por tierra y por
agua. El cerco solo podía sustanciarse si los asaltantes conseguían aislar a los
mexicas, que desde hacía siglos se abastecían por medio de miles de canoas.
Por ese motivo, en septiembre de 1520 consultó con el sevillano Martín
López la posibilidad de construir seis embarcaciones. Fue este quien le comunicó
que, por las dimensiones del lago Texcoco y las fuerzas mexicas, se necesitarían
al menos doce embarcaciones de distintos tamaños, aunque finalmente fueron
trece19, si bien una de esas barcazas era de pequeñas dimensiones, pensada solo
para que sirviese de enlace entre el arma naval y la terrestre. A finales de
septiembre de 1520 le encomendó a Martín López la construcción de tales barca-zas,
que se pertrecharon con la jarcia de los buques desguazados en Veracruz20.
¿Quién era Martín López? Un carpintero de ribera, natural de Sevilla, hijo
legítimo de Cristóbal Jiménez y de Estefanía Rodríguez. Había pasado a las
Indias en torno a 1516, y arribado a Nueva España en la expedición de Hernán
Cortés de 151921. Desde un primer momento, el extremeño lo destinó a tareas
relacionadas con su oficio, de manera que, desde noviembre de 1519, trabaja-ba
en la construcción de las primeras cuatro embarcaciones que fueron
quemadas por los naturales.
El sevillano poseía capacidad suficiente para construir buques, si bien
también había otros oficiales, que trabajaron junto a él, que podían haber
llevado a cabo ese mismo trabajo, aunque el acabado final no fuese exacta-mente
el mismo. Hay que tener en cuenta que, desde la baja Edad Media,
había una gran actividad naval en la ciudad del Guadalquivir, donde se cons-truían
no solo barcazas, sino también galeras y carabelas22. Allí laboraban toda
una gama de oficiales relacionados con la construcción naval, a saber: carpin-teros
de ribera, remolares, calafates, aserradores, tejedores de velas, etc. De
hecho, en los inicios del Descubrimiento destacó la potencia de la flota andalu-za
frente a la cantábrica, pues de allí procedían el 64 por ciento de los navíos23.
En la construcción de las cuatro embarcaciones, Martín López contó con
la ayuda de varios carpinteros, como los hermanos Miguel y Pedro de Mafla,
(19) CERVANTES DE SALAZAR II, p. 100; AGI, Patronato 57, N.1, R.1, expediente y
probanza de Martín López, 1544-1570.
(20) MUÑOZ CAMARGO, Diego: Historia de Tlaxcala (ed., Germán Vázquez), Dastin,
Madrid, 2002, p. 230; SOLÍS, p. 334.
(21) Ibídem.
(22) BELLO LEÓN, Juan Manuel: «Las gentes del mar en Sevilla a finales de la Edad
Media», en GONZÁLEZ GUARDIOLA, M.ª Dolores, e IGUAL LUIS, David: El mar vivido. Perfiles
sociales de las gentes de mar en la larga duración (siglos XV-XXI), Ediciones de la Universidad
de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2020, pp. 85-86.
(23) OTTE, Enrique: Sevilla y sus mercaderes a finales de la Edad Media, Fundación el
Monte, Sevilla, 1996, pp. 113-114.
94 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 154 (2021), pp. 89-106. ISSN 0212-467X