La Bandera en su armario
octubre de 1907 como cadetes de Infantería,
pero sobre la enseña de la AGM.
Sea como fuere, con ocasión del acto de entrega,
la Academia publicó una orden del día
que se convirtió en referencia para los periódicos
del momento y numerosas publicaciones posteriores:
Bordada por sus regias manos, la Reina Cristina
la donó a la Academia General de Toledo,
y en el día 17 de julio de 1886 se realizó
con toda solemnidad la entrega. Convertido
posteriormente este Centro en Academia de
Infantería, siguió perteneciendo a ella hasta
que, en 26 de junio de 1915, por sustitución por
otra nueva, quedó depositada en el Museo
del Alcázar. Durante los treinta años que mediaron
entre ambas fechas, miles de cadetes
besaron con emoción sus pliegues, haciendo
ante ella profesión de fe en España y de renunciación
de la vida. … Disuelta en 1931 la
Academia General, vuelve la Bandera a Madrid,
donde queda olvidada en una vitrina del
Museo … (Otaolaurruchi, 1940).
Desde ese momento las escasas menciones
anteriores a que la reina María Cristina hubiera
participado en la confección de la enseña se
convirtieron en la idea fuerza de textos y discursos.
De hecho, ese mismo día se utilizó en la apertura
del principal periódico zaragozano, en un
artículo en que el redactor dio rienda suelta a su
imaginación y recursos literarios:
Esta bandera que hoy vuelve a Zaragoza
también supo la amargura de olvidos y postergaciones
en el medio siglo de vida que ha
transcurrido desde aquel verano de 1886 en el
que una egregia dama, la reina doña María
Cristina, se inclinaba cada día sobre el bastidor
donde iba bordando hebra a hebra, puntada
a puntada, la bandera que más tarde
había de ofrecer a la Academia General de
Toledo (Heraldo de Aragón, 10/04/1940, p. 1).
A lo largo de los meses siguientes, la Bandera
presidió numerosos actos en el acuartelamiento
zaragozano, pues a las juras de sus alumnos
se sumaron las de los de cuerpos de Farmacia,
Jurídico e Intervención que también venían a
“transformarse” en ciclos de dos meses. A ello se
añadió uno muy especial, pues el 23 de julio de
1941 se llevó a Toledo, para la entrega de despachos
de teniente a los 1885 componentes de la
primera promoción de “transformados” de todas
las academias.
Entretanto, un decreto de 29 de septiembre
de 1940 había restablecido la Academia General
Militar y comenzaban a trabajar las comisiones
encargadas de habilitar dependencias y fi jar criterios
de ingreso y planes de estudio. Finalmente,
el 21 de septiembre de 1942 se inauguraba su
primer curso con un acto bastante sencillo y con
un carácter de provisionalidad similar al vivido en
1928, pues el principal usuario del acuartelamiento
seguía siendo la Academia de Infantería. Pero
tal situación cambió pronto, pues el 15 de noviembre
se le daba a ésta su Bandera auténtica,
la que llevaba la inscripción de “Academia de
Infantería” y había recibido en 1915. En ese acto
formó el batallón de cadetes de la General y una
comisión de profesores de este centro, que vieron
en el patio de armas dos enseñas casi idénticas,
de forma análoga a lo ocurrido 27 años antes en
Toledo.
Dos semanas más tarde, el 2 de diciembre, volvió
a ocurrir tan extraño acontecimiento cuando
la Academia de Infantería devolvió su Bandera
a la General en un día de intenso frío. A continuación
prestaron su juramento los caballeros
cadetes recién ingresados, de la que hoy consideramos
1ª promoción de la 3ª época pero que
entonces era la 14ª de la General (tras las diez
de Toledo y las tres de 1928-31)4. En su discurso, el
jefe del Estado recordó la veneración a la enseña
de los cadetes en 1931 y señaló que representaba
“la unidad entre las armas, la unidad entre los
Ejércitos, la unidad entre los pueblos y las tierras
Abril - 2021 Armas y Cuerpos Nº 146 37