Antecedentes del confl icto. Guerrillas
comunistas y paramilitares
El confl icto que hoy vive Colombia tiene sus
raíces remotas a principios del siglo XX, con los
cruentos enfrentamientos entre el Partido Conservador
(defensor de los intereses de los terratenientes
propietarios de las tierras) y el Partido
Liberal (adalid de las reclamaciones de campesinos
e indígenas); a quienes se sumaría, en la década
de 1930, el comunismo. Desde esas fechas,
la radicalización ideológica se iría arraigando en
la sociedad colombiana y la violencia se interiorizaría
como forma natural de reclamaciones políticas
y sociales.
En 1947, los enfrentamientos en las áreas rurales
dejaron 14.000 muertos. Al año siguiente era asesinado
el líder liberal Jorge Gaitán –próximo a las
tesis comunistas-, generándose un levantamiento
popular armado en la capital -el Bogotazo-. Los
disturbios se saldaron con 3.500 muertos. Como
consecuencia se produjo el recrudecimiento de
la violencia bipartidista, iniciándose un periodo
conocido como “La Violencia”, cuando conservadores,
liberales y comunistas organizaron grupos
armados. Los primeros, para ayudar al Ejército
y defender al Estado; los segundos, contra él.
Y el confl icto tomó tintes de guerra civil. En 1957,
el acuerdo entre liberales y conservadores ponía
El Bogotazo. 9 de abril de 1948
fi n a La Violencia. Sin embargo, los problemas de
fondo, como la reforma agraria, subsistirían. Por
ello, muchos grupos se mantuvieron activos en las
áreas rurales, actuando a partir de ese momento
como bandas criminales.
En 1961 se celebraba, en secreto, el IX Congreso
del Partido Comunista Colombiano, acordándose,
según las directrices del Partido Comunista
Soviético, “coordinar todas las formas de lucha”5.
A partir de entonces surgen las guerrillas de orientación
marxista-leninista: en 1964, el Ejército de Liberación
Nacional (ELN), de inspiración cubana;
en 1966, las FARC-EP, de inspiración bolivariana;
en 1967, el Ejército Popular de Liberación (EPL),
de inspiración maoísta; y en 1970, el movimiento
M-19, la única guerrilla de inspiración nacional,
y eminentemente urbana. Todas ellas buscarían
instaurar un estado socialista en Colombia, empleando
cualquier medio, incluso el terror.
En esos mismos años, como reacción al poder
de las guerrillas y la difi cultad del Estado para acceder
a parte del territorio para combatirlas, el
Gobierno emitía un controvertido decreto de organización
de la Defensa Nacional6 que amparaba
“por conducto de los comandos autorizados”
dotar de armas “de uso privativo de las Fuerzas
Armadas” a particulares. Así, los grupos paramilitares
(Autodefensas Campesinas) se institucionalizaron,
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y se integraron
«de iure» a la lucha contra
guerrillera. En un principio se
constituyeron en el ámbito
local, al servicio de propietarios
rurales y narcotrafi -
cantes interesados en proteger
sus tierras, reclutando
jóvenes de la extrema derecha.
A fi nales de los años 70,
la actividad de las guerrillas
contra terratenientes, ganaderos
y narcotrafi cantes (secuestros,
robos de ganado
y extorsión) facilitaron la expansión
del fenómeno a la
sombra del narco, cuando
los grandes carteles, como
el de Cali o el de Medellín,
crearon sus propios grupos
de autodefensa. Estos no se
enfrentaron a las guerrillas,
sino que atacaron a la población
que las apoyaba,
desatando una ola de asesinatos,
en la que se implicarían
miembros del Ejército y
la Policía.
Abril - 2021 Armas y Cuerpos Nº 146 53