La Academia en Santo Domingo de la Calzada
El general Capalleja con el alcalde Yáñez y otros mandos
Epílogo
No hay duda de que la Academia General Militar
dejó un recuerdo imborrable en la inmensa
mayoría de la ciudadanía ezcarayense. También
en los cadetes que pasaron por allí. Una persona
que de niño veraneaba en Ezcaray añoraba “los
bollos preñaos que nos daban en el campamento
de la Academia de Zaragoza”.
También la prensa escrita se hizo eco. El periódico
de Barcelona La Vanguardia Española decía
el 8 de julio de 1956 que:
“Difícilmente podría hallarse lugar más adecuado
que Ezcaray para estas prácticas castrenses.
Si los montes de la sierra Demanda ofrecen
paisajes excelentes para los ejercicios que han
de realizar los alumnos, la encantadora localidad
riojana puede ufanarse de contar con un
vecindario doctorado en hospitalidad y cortesía.
La llegada de la Academia constituye para el
pueblo la fecha más señalada del año. Jefes y
alumnos, al regreso de sus marchas cotidianas, se
ven rodeados de semblantes expresivos y de manos
amigas. Las autoridades locales se muestran
pródigas en adhesiones y agasajos, a los cuales
corresponde la Academia con la más amplia
cordialidad”.
En resumen, uno de los vecinos afi rmaba “Siempre
se portaron bien con Ezcaray y el pueblo con
ellos”. No puede haber una expresión que mejor
extracte el sentimiento mutuo que hubo entre
“ambas” Instituciones: La Villa de Ezcaray y La
Academia General Militar de Zaragoza.
Abril - 2021 Armas y Cuerpos Nº 146 99