Cruzando el puente de Canto sobre el río Oja
aumentar el número de armas de tiro por el segundo
sector para batir zonas desenfi ladas.
Para la ejecución de las prácticas, la Academia
se organizaba tácticamente en lo que se llama
la Agrupación. Los cadetes de primer curso
se encuadraban en compañías de fusileros granaderos
y en batallones, y dentro de aquellas
en secciones, pelotones y escuadras respectivamente.
Mientras que los de segundo curso se dividían
por especialidades: caballería, con un escuadrón
de sables; artillería, con una batería de
cañones de 75/22 a lomo; ingenieros (zapadores
y transmisiones), y un Tren Regimental a lomo:
municiones, agua, víveres y artolas. Obviamente
este tipo de armamento, equipo y organización
cambió a lo largo de los años, pero básicamente
fue como hemos narrado.
En las marchas, siempre encuadradas en un
ejercicio táctico, se siguieron unas rigurosas disciplinas.
En llano, diez minutos de descanso cada
cincuenta de caminar, y, salvando desniveles
fuertes, cinco de descanso cada veinticinco de
ascensión. Todas fueron diurnas excepto algunas
que fueron nocturnas. Las distancias a recorrer
fueron varias, algunas de más de 27 kilómetros
con más de mil cien metros de desnivel. Las inclemencias
del tiempo estuvieron siempre presentes,
lo que sirvió para que los cadetes viesen la difi cultad
con que inesperadamente se encuentran en
montaña, tanto para orientarse como para mantener
el enlace.
De las diecinueve veces que la Academia fue
a Ezcaray solo vamos a narrar cómo fue una de
ellas, la primera, al ser básicamente todas iguales
en cuanto a su desarrollo. No obstante apuntaremos
algún matiz interesante ocurrido en el resto
de los años.
Primera vez
Fue entre el 26 de junio y el 5 de julio de 1947,
después de que el alcalde Lorenzo Soto Vitores
hubiera llegado a un acuerdo con el Ministerio
del Ejército.
La Academia embarcó en la estación del Norte
de Zaragoza (hoy barrio del Arrabal), en dos
trenes especiales preparados al efecto. El tiempo
empleado para llegar a Haro fue muy lento, unas
nueve horas para recorrer cerca de 200 kilómetros.
Por su parte, el Escuadrón realizó la marcha
a caballo en sucesivas jornadas. Habían salido
en ferrocarril de Zaragoza el día anterior por la
noche y desembarcaron en Calahorra (La Rioja)
desde donde iniciaron la marcha a Ezcaray.
La llegada de la Academia a tierras riojanas
fue de una extraordinaria novedad. El recibimiento
del pueblo en la estación de Ezcaray siempre
fue muy cálido. Los primeros años era motivo de
fi esta escolar y todo el vecindario iba a recibir a
los cadetes. Todas las veces la Academia desfi ló
desde la estación hasta el campamento, con su
banda de guerra y música, excepto en alguna
ocasión que fue la municipal la que les acompañó.
El tiempo no fue bueno ese primer día. Mientras
se repartieron las tiendas de campaña y la
distribución de la cena estuvo lloviendo, pudiéndose
tocar silencio a las once de la noche. Todos
los siguientes días de estancia en Ezcaray los
cadetes realizaron marchas de “acomodación
y entrenamiento”, siempre siguiendo supuestos
tácticos, desplegando el batallón y sus compañías
en diferentes lugares. Algunos días eran tremendamente
duros, hiciera el tiempo que hiciera,
aunque es verdad que algunos aguaceros
obligaron a suspender actividades. El desarrollo
Abril - 2021 Armas y Cuerpos Nº 146 93