Acto militar académico en recuerdo del comandante Rivera celebrado en la “Glorieta comandante Rivera”
a distancia el dispositivo explosivo colocado en la
furgoneta. El conductor del autobús, Ángel José
Ramos Saavedra, de 46 años, casado, con dos
hijos y natural de La Coruña, así como el comandante
de Ingenieros, Manuel Rivera Sánchez, resultaron
muertos a consecuencia de las heridas
craneoencefálicas producidas por los efectos de
la terrible explosión. El conductor resultó muerto
en el acto y el comandante falleció a las 10 de la
mañana tras ser trasladado al hospital Clínico de
la capital aragonesa. Los heridos, más de 40 contabilizados
en esos momentos, fueron trasladados
a diversos centros sanitarios de la ciudad, entre
ellos el hospital militar.
El ruido provocado por la explosión de la furgoneta
que se escuchó en una gran parte de la
ciudad fue tremendo, y la bola de fuego que los
propios pasajeros del autobús tuvieron que soportar
dentro de él a altísima temperatura, unido a la
propia defl agración explosiva, constituyeron una
mezcla de pavorosas imágenes y sonidos que los
supervivientes del atentado continúan recordando
a día de hoy. La violenta explosión fue de tal
magnitud que la furgoneta usada en el atentado
se quedó convertida en un amasijo de chatarra.
Perpetrada la acción criminal, el terrorista Henri
Parot se dirigió hacia un turismo que le esperaba
en las proximidades del lugar con otro miembro
de la organización terrorista al volante y huyeron
velozmente de la zona.
La explosión causó, además de las dos víctimas
mortales nombradas, numerosos heridos (veintisiete
militares) de diferente gravedad. Otros trece
viandantes fueron también heridos de distinta
consideración. Varios edifi cios como el Gobierno
Civil, los Juzgados y algunos comercios cercanos
sufrieron importantes destrozos materiales en un
radio de aproximadamente 600 metros, así como
diversos turismos que se encontraban en las inmediaciones
del lugar del atentado. En uno de los
edifi cios más afectados por la explosión situado
en la calle de Salduba nº 5, próxima a la plaza
de César Augusto, tuvieron que ser evacuadas
30 personas y alojadas en hoteles de la ciudad.
La casa religiosa donde vivían 26 hermanas de
la congregación de San Vicente de Paúl, situada
muy próxima al lugar de la explosión, y en la que
se encontraban también varias jóvenes internas,
también resultó afectada.
El atentado terrorista fue reivindicado por ETA
el 1 de febrero.
El delegado del Gobierno en Aragón, Ángel
Luis Serrano, declaró que había oído la explosión
desde el propio Gobierno Civil donde vivía y que
por el estruendo de la detonación pensó que podía
tratarse de un atentado. Descartó que dicha
acción terrorista fuera la respuesta de la banda
armada al traslado la semana anterior de 12 etarras
que se encontraban en huelga de hambre a
las cárceles de Huesca y de Daroca (Zaragoza).
Así mismo, Serrano también declaró que los terroristas
de ETA “al verse acosados en las grandes
ciudades donde actuaban con anterioridad y
al desarticularse en todo o en parte el comando
Madrid, han querido llamar la atención a escala
nacional en una ciudad en la que no estaban
perseguidos”5.
La conmoción en la Academia General Militar
y en la propia ciudad de Zaragoza fue tremenda
pues, hasta entonces, ETA no había cometido
ninguna acción terrorista en esta ciudad. El autor
de este texto era en aquella fecha profesor de
dicho Centro de Enseñanza Militar y con destino
en su Jefatura de Estudios. Numerosos compañeros
profesores, visiblemente afectados por la
noticia, se acercaron hasta dicha Jefatura para
Abril - 2021 Armas y Cuerpos Nº 146 81