FUERZAS ARMADAS:
¿HERRAMIENTA FUNDAMENTAL CONTRA EL TERRORISMO?
Algunos especialistas sostienen que las fuerzas armadas (FAS) constituyen una de las herramientas fundamentales
para combatir el terrorismo. Pero ¿realmente lo son? En el siguiente artículo se pretende contestar
a esta cuestión o, al menos, intentar aportar algunas premisas de las que puedan extraerse
En primer lugar, se hace necesario
subrayar la enorme evolución que ha
sufrido el término terrorismo desde su
primera acepción decimonónica. Así,
la primera vez que apareció este concepto
de forma oficial en España fue
en 1825, en el Diccionario de la lengua
castellana de Manuel Núñez de
Taboada, donde se definía como un
«sistema político del terror». Algunos
otros diccionarios incluyeron posteriormente
acepciones parecidas,
hasta que el Diccionario de la lengua
española (DLE) de 1869, además de
advertir que era una «voz de uso reciente
», precisó: «Dominación por el
terror». Este significado se amplió en
el DLE de 1925, cuando se incluyó:
«Sucesión de actos de violencia ejecutados
16 / Revista Ejército n.º 971 • marzo 2022
para infundir terror». Ambas
acepciones, vigentes en la actualidad,
han sido ampliadas con una nueva entrada
que, a todas luces, merece una
reflexión: «Actuación criminal de bandas
organizadas, que, reiteradamente
y por lo común de modo indiscriminado,
pretende crear alarma social con
fines políticos».
Resulta claro que las motivaciones
políticas conformaron el ideario de las
principales organizaciones terroristas
de, denominemos, corte clásico que
actuaron o actúan en la actualidad.
Sin embargo, desde la aparición del
llamado terrorismo islamista —como
consecuencia, fundamentalmente, de
la primera guerra del Golfo (1991)—
las raíces motivacionales de aquellas
no están tan claras. De hecho, lo que
en principio pudieran parecer causas
religiosas, ni siquiera son compartidas
por todos los grupos terroristas,
ya que cada uno tiene su propia visión
verdadera y única del islam. Por tanto,
entre sus orígenes se puede encontrar
desde la religión hasta el nacionalismo,
sin desechar el separatismo
o, incluso, intereses similares a los defendidos
por una organización criminal,
donde el dinero y el poder son sus
únicas metas. Y todo ello sin olvidarse,
en último extremo, de los llamados
lobos solitarios1.
Por eso, para poder luchar con garantías
contra cualquier clase de terrorismo
lo fundamental, en primer lugar, es
conocer la verdadera raíz ideológica
que lo mueve. Solo de ese modo, entendiendo
las verdaderas motivaciones
que provocan esa sucesión de actos
de violencia, se podrá identificar el
foco del problema y el tipo de conflicto
que este genera2. En todo caso, en
Agustín Pacheco Fernández
Comandante Especialista MECAR
conclusiones más claras —que no definitivas— en relación con dicho asunto