la ardiente lucha la formación del Regimiento
de Infantería Voluntarios de
Cartagena, que, con mil quinientos
hombres y al mando del coronel Joaquín
Ovalle, pasó a formar parte del
ejército que defendía Zaragoza y en
cuyo sitio tanto se distinguió; los dos
batallones que, con 987 hombres al
mando del teniente coronel Luis María
Andriani, partieron el 8 de junio con
destino al ejército de Valencia y Murcia,
y la formación de un segundo regimiento
con voluntarios alistados, que
marchó también a operaciones. Además,
el 29 de junio salió de la plaza,
con destino al ejército de Murcia, un
destacamento de las brigadas de artillería
de marina con cuatro piezas de
artillería, al mando del teniente de brulot
Juan Bautista Angoloti. Tomó parte
en la batalla de Tudela y en los dos sitios
de Zaragoza, aunque finalmente quedó
prisionero de los franceses tras la rendición
de la plaza; en su mayor parte, los
soldados fueron conducidos a Francia.
Un caso singular es la actuación del
capitán de fragata Antonio Ruiz Mateos
y Pérez de Meca, quien, después
de desempeñar varias comisiones en
Lorca y Águilas, pasó a Granada para
entregar quinientos hombres al general
Castaños para el ejército de Andalucía.
Él quedó de ayudante del general
Reding y participó en la batalla de
Bailén. Pero su labor no terminó ahí,
pues al año siguiente se le confió el
mando del Cuarto Regimiento de Marina,
que tan meritoria actuación tuvo
en las acciones de Tortosa.
LA TRAGEDIA DEL GENERAL
BORJA
El asesinato del destituido general
Borja el 10 de junio a las puertas del
Arsenal al ser tachado de afrancesado
64 / Revista Ejército n.º 971 • marzo 2022
es una de las páginas más trágicas
y sangrientas que ha escrito la
ciudad. Muy esclarecedor es el relato
del subteniente de artillería Ignacio
López Pinto en las Memorias citadas
anteriormente por haberlo presenciado
junto con el general Hidalgo de
Cisneros, pues desde los primeros
días de la revolución le había nombrado
su ayudante. Dice que la guardia
había sido atropellada por las turbas,
que arrastraron despiadadamente al
general por las calles, distinguiéndose
muy especialmente algunas mujeres
de cierta clase contra las que se
habían ensañado los bandos de Borja
cuando ejerció de gobernador militar.
No fue solo Cartagena el lugar donde
sucedieron tan graves, luctuosos
y sangrientos acontecimientos
por esos días, pues igual o parecida
suerte corrieron altas autoridades en
Sevilla, Cádiz, Badajoz, Granada, Valladolid
y Villafranca del Bierzo. Estos
crueles hechos llegaron hasta el
12 de febrero de 1810, cuando en Ferrol,
en un ambiente de indecisión, la
autoridad fue víctima del furor popular.
Sirvieron de pretexto los atrasos
que se debían a la maestranza por
el comandante general del departamento
y jefe de escuadra José de
Vargas y Varáez.
UNA ESCRITORA PATRIÓTICA
En el ardor patriótico de esta ciudad,
surgió una mujer, Catalina Pancracia
Maurandy y Osorio, que redactó
alocuciones, compuso poesías,
lanzó apóstrofes, estimuló sacrificios
y ofreció dádivas. El 18 de junio
exhortó a la lucha contra Napoleón
mediante la Proclama de una
española a sus patricios los cartagineses,
y el 26 de julio nuevamente
lanzó a la luz pública una proclama,
que firmó con su nombre y
apellidos, con el título de Una española
a nombre de todas las de su
sexo, en la que exhortaba también
a los valientes españoles a la lucha.
En esa misma línea de exaltación del
fervor patriótico, el Diario de Cartagena
publicó el 10 y 11 de agosto
una carta que dirigió al editor bajo el
título Obra de una señora en nombre
de todas las de su sexo.
Catalina y su marido el farmacéutico
Agustín Juan y Poveda, que había
sido director del Jardín Botánico de
Cartagena y era hermano del impresor
real de marina Francisco, eran espíritus
inquietos que demostraron su
patriotismo en un tiempo de guerra y
revolución, como ponen de manifiesto
las composiciones literarias que este
escribió y publicó, entre ellas el drama
alegórico en un acto España libre, que,
en celebración de las victorias conseguidas
por las armas españolas, representó
la compañía cómica de Cartagena
el 26 de agosto de 1808.
EL DIARIO DE CARTAGENA
El Diario de Cartagena, que venía
publicándose desde el 1 de abril
de 1804, fue el único órgano que se
encargó de hacer llegar a los ciudadanos
edictos, decretos, reales órdenes,
bandos, proclamas y noticias de
carácter nacional relacionadas con las
operaciones de campaña, por lo que
constituye un ejemplo de cómo se realizó
la propaganda política en la esfera
local. Aunque su contenido era esencialmente
literario, recogía también
noticias de la ciudad, movimientos del
puerto, espectáculos públicos en el
Coliseo y funciones religiosas. Existieron
ejemplares hasta el año 1810.
El editor era Agustín Juan Poveda y la
Cartagena. Puerta de Madrid imprenta, la de su hermano Francisco.