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de los «asuntos militares», dado que
a través de la historia podemos comprobar
cómo la aparición de nuevas
tecnologías ha conllevado en la
inmensa mayoría de las ocasiones
un cambio en las doctrinas militares,
aunque este no se produzca de forma
inmediata (Torres Soriano, 2019).
El dominio cibernético constituye
hoy por hoy uno de los campos de
proyección de nuestras Fuerzas Armadas.
Sin embargo, dada la exigente
formación técnica del personal
que este precisa, en ocasiones
podríamos llegar a pensar si nuestras
Fuerzas Armadas no deberían
externalizar sus capacidades de ciberdefensa
mediante la contratación
de empresas nacionales o extranjeras
para garantizar las capacidades
de la ciberdefensa española.
POSIBILIDAD DE
EXTERNALIZAR LA
CIBERDEFENSA EN ESPAÑA
A lo largo de la historia se han registrado
múltiples casos que demuestran la
posibilidad de externalizar las tareas
propias de la defensa nacional no
vinculadas con el combate en sentido
estricto.
Ciertas tareas de mantenimiento o
logísticas que en los Ejércitos modernos
han sido externalizadas en empresas
privadas eran consideradas
en otros tiempos como parte de la intimidad
de los Ejércitos. Actualmente,
bajo la excusa de favorecer la economía
y la eficiencia de los medios, observamos
sin recelo cómo algunos
servicios tradicionalmente militares y
policiales han dejado de ser desempeñados
por funcionarios públicos
(Laborie Iglesias, 2009).
No obstante, los límites de la externalización
normalmente han quedado
en la retención, por parte de las
Fuerzas Armadas, de todas aquellas
actividades o capacidades que se relacionan
con su verdadera razón de
ser (el combate), y se han externalizado
aquellas actividades consideradas
como secundarias, accesorias o complementarias
a la batalla (Aznar Fernández
Montesinos, 2016).
Concretamente, los Ejércitos occidentales,
influenciados por la doctrina
estadounidense, a partir de los años
noventa comienzan a incrementar la
contratación de empresas proveedoras
de servicios militares como fruto
de la presión de los mercados, la búsqueda
de la eficiencia económica, la
reducción de efectivos y los cambios
que el mundo globalizado supuso tanto
para la sociedad como para la tecnología
(Laborie Iglesias, 2009).
El interés de externalizar las capacidades
tecnológicas de las FAS en el
ciberespacio nace principalmente
de dos ideas: por un lado, la de contar
con un mayor número de personal
técnico con estudios superiores especializados
en la materia; por otro, el
hecho de que los Estados no necesariamente
pueden —o quieren— cargar
con el peso de proteger a los ciudadanos
y a las empresas privadas en el
ciberespacio.
En Estados Unidos es fácil encontrar
referencias implantadas de la externalización
de capacidades de ciberdefensa.
Un ejemplo de ello es el proyecto
Groundbreaker, mediante el cual la
Agencia Nacional de Seguridad se
desprendió de las competencias relacionadas
con la monitorización de
sistemas informáticos, telefónicos y
de seguridad calificados como «nonmission
critical-systems» (Laguna
Sanquirico, 2005).
Sin embargo, no es preciso abandonar
nuestro país para observar ciertas
intenciones de externalizar en
Mando conjunto de Ciberdefensa