guerrilla, las partidas en las que militó,
la herida que sufrió en 1810 y la
recompensa recibida durante la guerra9.
EL EJÉRCITO INGLÉS EN
CARTAGENA
Después de la capitulación de Valencia
en enero de 1812 ante el mariscal
Louis Gabriel Suchet, este recibió
órdenes del emperador para ocupar
Alicante y Cartagena, a lo que respondió
el general Mahy concentrando
el grueso de sus fuerzas en la primera
de estas plazas y desplegando
en la región el resto de su ejército,
que, en caso de verse amenazado,
se refugiaría en Cartagena a pesar
de que persistían la epidemia de fiebre
amarilla y la escasez de víveres.
Pese a todo, Cartagena se convirtió
en el refugio de los restos del ejército
de Valencia y de las juntas de Lorca y
Murcia, presionados por la presencia
de tropas francesas. Incluso llegó a
alojar el Real Colegio Militar para la
Infantería de Murcia y a constituir un
depósito de prisioneros en el cuartel
de artillería, que en esta época llegó
a tener medio millar de franceses y
daneses.
Además, el día 31 las tropas inglesas
llegaron a Cartagena al mando del
mariscal Andrew Ross desembarcando
en el Arsenal, y de él salieron formadas
para ir a alojarse en unos almacenes.
Se trataba realmente de un destacamento
66 / Revista Ejército n.º 971 • marzo 2022
al mando del coronel Lambert,
con unos efectivos de mil doscientos
hombres que formaban el Segundo
Batallón del 67.º Regimiento de Infantería
South Hampshire, cinco compañías
del Regimiento Watteville y una
batería de artillería que enviaba el coronel
Cooke desde Cádiz por orden
de Wellington y a instancias del mismo
general Uriarte ante la indefensión
en la que se encontraba la plaza bajo
su mando.
Desde el 1 de febrero de 1812, las tropas
británicas tuvieron su hospital en
una casa de la ciudad, pero, cuando el
contagio arreció el 2 de septiembre, fue
declarada en estado de contagiados y,
al no haber podido la Junta de Sanidad
cortar la propagación, las tropas inglesas
se trasladaron al castillo de Galeras
en espera de obtener medios para
reembarcarse, ya que habían recibido
orden de ponerse bajo el mando del teniente
general Maitland. Pero el 26 de
septiembre amaneció en la fortaleza de
Galeras la bandera a media asta y aquella
misma noche se supo que, víctima
de unas calenturas nerviosas ajenas a la
peste, había fallecido el general Andrés
Ross. Las autoridades de la plaza acudieron
a la fortaleza y en un ángulo del
castillo se le dio sepultura. Se colocó sobre
la losa una lápida, que todavía existe,
con la siguiente inscripción: «Aquí yace
el cadáver de don Andrés Ross, mariscal
de campo de los ejércitos de S. M. británica.
Murió en este castillo el 26 de septiembre
de 1812 a la edad de 42 años».
Sus restos mortales permanecieron allí
hasta que en la década de los sesenta
fueron recogidos por un buque inglés y
trasladados a su patria.
También los ingleses estuvieron de
guarnición en la cima del monte de
San Julián, donde tan solo existía
un asentamiento provisional de artillería.
Procedieron a su explanación
para construir una trinchera que
defendiera el acceso por la ladera
este, complementada por una torre
de mampostería en la gola10. No fue
esta la única obra realizada por los
ingleses en su estancia en Cartagena
durante la guerra de la Independencia,
también construyeron un
muelle provisional en el Despalmador
grande, un camino de conexión
del castillo de Galeras con el fuerte
de La Podadera y otro camino de
enlace entre la costa de Levante y el
monte de San Julián, donde se emplazaría
una batería.
EPÍLOGO
En la historia del siglo xix figurará
en lugar de honor la parte que tuvo
esta ciudad en los más culminantes
acontecimientos, destacándose con
singular relieve muchos de sus hijos
que, en el Gobierno, en la tribuna, en
la emigración, en las barricadas o en
el suplicio fueron importantes factores
para el desenvolvimiento espiritual
y político de España. En el año
1816, la comisión formada para la
Fuerte de Galeras. Tumba del general Ross (Cartagena). Archivo del autor