artesanos y hortelanos, quienes alegaban
que la guarnición había recibido
recientemente el refuerzo del
Regimiento de Infantería Castilla. A
partir de febrero aumentó la inquietud,
pues el día 10 la Escuadra del
Mediterráneo zarpó con rumbo a Tolón
al mando de Cayetano Valdés en
una misión que respondía a una exigencia
de Napoleón. Tras apoderarse
el mariscal Junot de Portugal, había
noticias de otras tropas francesas
que se habían situado en Valladolid,
Burgos y Cataluña.
No consiguió calmar la llamada noble
agitación el Decreto de 16 de marzo
al decir: «Respirad tranquilos: sabed
que el ejército de mi caro aliado el emperador
de los franceses atraviesa mi
reino con ideas de paz y de amistad.
Su objeto es trasladarse a los puntos
que amenaza el riesgo de algún desembarco
del enemigo», pues en esas
fechas ya eran más de cien mil hombres
los que ocupaban gran parte del
suelo español y la entrada de tropas
por la frontera era continua y numerosa.
El 23 de marzo hizo su entrada
en Madrid Joaquín Murat, nombrado
lugarteniente general con el mando
supremo del ejército francés en España,
aunque al día siguiente lo hizo
también el recién nombrado, tras los
sucesos de Aranjuez, Fernando VII,
montado en un brioso corcel blanco
y siendo recibido con un entusiasmo
delirante. Pero el origen de estos sucesos
no se conoció en Cartagena
hasta el 28 de marzo, cuando llegó la
noticia de la abdicación de Carlos IV
en su hijo.
EL LEVANTAMIENTO POPULAR
Un relato contemporáneo dice que
«Cartagena fue la primera en dar el
grito de independencia en la antigua
corona de Aragón»2, pues todo
comenzó el 17 de mayo cuando se
produjo un motín del que, con gran
dificultad, logró salvarse el coronel
francés, que portaba órdenes en las
que Murat apremiaba para que se
ordenase al jefe de la escuadra estacionada
en Mahón que se incorporase
a la francesa de Tolón. Se
reanudó en las primeras horas de la
noche del 22 de mayo cuando los vecinos
fueron apercibidos de la llegada
de un correo portador de pliegos
reservados para el capitán general.
No tardó en difundirse el rumor de
que contenían órdenes del Gobierno
para que el general José Justo Salcedo
62 / Revista Ejército n.º 971 • marzo 2022
tomara el mando de la escuadra
que continuaba detenida en Mahón,
lo que causó gran excitación, pues
eran muchos los parientes o camaradas
de los mandos y tripulaciones.
Entre las personas que llegaron esos
días a Cartagena procedentes de
Madrid y que presenciaron los acontecimientos
de los primeros días de
mayo, se encontraban los hermanos
Juan e Ignacio López Pinto, ambos
subtenientes de artillería, que, finalizados
sus estudios en el colegio de
Segovia, habían sido destinados a la
Comandancia de Artillería de Cartagena.
El último de los citados, en sus
Memorias, nos relata que ese día se
encontraba en el castillo de Galeras
cuando «… de repente oímos un
remoto clamoreo en la ciudad. …
Ante el creciente vocerío, corrimos
hacia la muralla del castillo y, asomados
al frente que mira a la plaza,
vimos atónitos, y como a vista de
pájaro, aquel gran movimiento de la
población que materialmente inundaba
las calles y plazas de la ciudad,
gritando y corriendo en todas direcciones
…»3.
Al día siguiente continuaron las exaltadas
manifestaciones de la población,
que se congregó frente a la casa
de correos para escuchar la lectura
de la Gaceta del día 20, en la que se
publicaba la abdicación de la Corona
en favor de Napoleón. Sin concluir su
lectura, se manifestó todo el pueblo,
incomodado, y se dirigió a la morada
Subteniente de Artillería Ignacio López Pinto