ya se realizaron misiones de protección
de objetivos durante las Olimpiadas
de Barcelona y la Exposición Universal
de Sevilla y se llevaron a cabo
inspecciones de las vías del AVE en
diferentes ocasiones y un control del
tráfico marítimo y aéreo para impedir
el narcotráfico y la inmigración ilegal,
la realidad es que la presencia de las
tropas pasó prácticamente desapercibida
para la población.
Pero, como apunta Sanz Coronado
(2008: 120), el hecho de que no haya
sido necesario el empleo de las FAS
en la lucha contra el terrorismo interno
de ETA, GRAPO, etc., «no quiere
decir que debamos aceptarlo así para
siempre. El enemigo es diferente»20.
Se debe asumir que, entre los medios
para combatir al nuevo terrorismo
yihadista, «capaz de golpearnos
en nuestro propio territorio», están
las FAS; eso sí, siempre dirigidas y
coordinadas por el poder civil, supeditadas
al mandato de las instituciones
democráticas y con un exquisito
respeto a las leyes y usos de la guerra
y a la legalidad vigente21.
Sin embargo, dicho empleo, en condiciones
normales, es solo una posibilidad
de momento, ya que, como
se ha apuntado anteriormente, la Estrategia
Nacional contra el Terrorismo
aprobada por el CSN en enero de 2019
solo prevé el uso de las FAS en sus líneas
20 / Revista Ejército n.º 971 • marzo 2022
estratégicas de lucha contra el
terrorismo para el ámbito externo.
Únicamente en condiciones excepcionales
derivadas de la declaración de
los estados de alarma, sitio y excepción,
recogidos en el artículo 116 de la
Constitución española, y con las competencias
y limitaciones establecidas
en la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de
junio (BOE n.º 134), podrían ser empleadas
aquellas bajo la dirección del
Gobierno, el cual, en el caso del estado
de sitio, deberá designar una autoridad
militar que ejecute sus directrices.
En definitiva, hay que subrayar que la
participación de las FAS en misiones
exteriores, tanto de carácter humanitario
como las enmarcadas en la lucha
contra el terrorismo, son aceptadas
de buen grado por la sociedad siempre
y cuando —sobre todo estas últimas—
no supongan una intervención
armada que pueda ocasionar bajas no
deseadas entre los miembros de los
contingentes desplazados a la zona
de operaciones (ZO).
Por lo que respecta al despliegue de
las FAS en territorio nacional (TN),
este sigue siendo un asunto que sirve
todavía como arma arrojadiza entre
los distintos partidos políticos,
aunque la tarea encomendada sea de
tipo sanitario o de ayuda a catástrofes
naturales. Sin retrotraerse mucho
en el tiempo, hay que recordar que en
la operación Balmis, enmarcada en la
lucha contra la COVID-19, hubo determinados
territorios autonómicos
que, pese a tratarse de una misión de
apoyo a la población civil, no llegaron
a aceptar la presencia militar por las
calles de sus poblaciones. En conclusión,
en una sociedad pacifista como
la española falta aún mucha pedagogía
y, sobre todo, conciencia ante los
posibles riesgos emergentes.
Entretanto, las FAS seguirán trabajando
para aumentar y mejorar sus capacidades
con vistas a llegar a ser «una
herramienta resolutiva para la consecución
de espacios de libertad y seguridad
en defensa de los intereses de España
donde y cuando se precise». Para
ello, están actualmente inmersas en un
programa denominado Fuerza 35 —en
alusión al año 2035, que marca la fecha
límite de este proceso de transformación—,
cuyo objetivo queda resumido
en el siguiente párrafo:
«La “Fuerza 35" estará concebida
para actuar en el amplio espectro del
conflicto desde esfuerzos de menor
intensidad, como apoyo a autoridades
civiles; pasando por intensidades