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Como se ha resaltado en párrafos anteriores,
a pesar de las mejoras de
Moltke, el plan Schlieffen no funcionó.
Algunos autores sostienen que el
juego no tuvo en cuenta los aspectos
políticos y diplomáticos, y que por lo
tanto no se tuvieron en consideración
las consecuencias de la invasión
de un país neutral como Bélgica, que
supuso la declaración de guerra de
la Commonwealth. Tampoco se contemplaron
las posibles acciones de
sabotaje a líneas férreas desarrolladas
por personal civil belga, que dilataron
en gran medida los plazos de
ejecución de la maniobra.
Tras la derrota, finalizada la contienda,
el Gobierno germano constituyó
una comisión liderada por Delbrück,
catedrático de Historia Militar, con
la intención de identificar los errores
cometidos que habían llevado a la derrota
de su país. Las conclusiones de
esta comisión reflejaron que los fallos
en las simulaciones fueron fundamentales,
ya que los juegos de guerra
tan solo habían tenido en cuenta los
aspectos militares y, por el contrario,
habían obviado las consideraciones
políticas, diplomáticas y económicas.
La consecuencia de esta comisión fue
que a partir de ese momento los juegos
de guerra se desarrollarían a nivel
ministerial para tener en cuenta todos
los aspectos referidos, y no dentro del
Estado Mayor.
Aunque este estudio se centra en los
juegos de guerra creados por Prusia o
Alemania por ser los primeros en desarrollarse
y los que mayores repercusiones
tuvieron en la historia de los
wargames, hay que destacar que, en
relación con el conflicto de la Primera
Guerra Mundial, otros países, como
Gran Bretaña, también realizaron sus
simulaciones. Spencer Wilkinson,
junto con el general Grierson, director
de operaciones del Estado Mayor
británico, desarrolló un juego similar
al alemán y con las mismas premisas:
el ataque a Francia a través de Bélgica.
Grierson había sido en 1905 agregado
militar en Berlín y conocía la existencia
del juego de Schlieffen a través
de los círculos anglófobos de la capital
alemana. Además, durante su estancia
en Berlín llegó a la conclusión
de que la guerra era inevitable.
El Estado Mayor británico desarrolló
el juego durante cinco meses. Resulta
curioso que las conclusiones
británicas fueran en todo similares
a las alemanas. Desde el punto de
vista británico, sus capacidades de
movilización y transporte resultaban
deficientes para desplegarse en
el continente a tiempo de socorrer
al aliado francés. Esto tuvo consecuencias
decisivas para el Ejército
británico que influyeron en la toma
de decisiones y que llevaron a establecer
contactos previos con belgas
y franceses. Dichos contactos llevaron
al planeamiento de eventos preestablecidos,
así como a la modificación
de los procesos de movilización
y despliegue de las fuerzas de socorro
británicas a través del canal de la
Mancha.
BIBLIOGRAFÍA
- Caffrey Jr., M. B. (2007). The history
of wargames. Los Ángeles.
- Choy, Ch. Y. H. (2013). British
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- Favini, G. P. (2010). The dark side
of the board: advances in chess
Kriegspiel. Bolonia.
- Mason, R. C. (2018). «Warming: its
history and future», en International
Journal of Intelligence, Security and
Public Affairs, núm. 20.■
Un juego de guerra en una escuela naval estadounidense de los años 50