ÁLEX VALLEDOR ARÓSTEGUI
trabajado en varias de ellas. Pedro Ramón de Salazar, dueño de una, decía que
los que asisten «se llaman herreros y que su ocupación no está tenida por
mecánica, sino un oficio que lo ejercen muchos hidalgos pobres porque no se
ponen abantal ni se examinan». Los agentes, ante la disparidad de las declara-ciones,
decidieron ver «ocularmente» cómo se trabajaba en una herrería,
donde descubrieron que los asistentes usaban unas tenazas para sacar el hierro
y colocarlo en el mazo, y que el hecho de que no llevaran mandil se debía al
extremo calor, que les obligaba a estar en camisa92.
Los minuciosos averiguadores quisieron entonces recurrir a personas de
autoridad y crédito, es decir a caballeros de hábito, por lo que fueron a Bilbao,
donde residían varios. En este punto se aprecia cómo las noticias corrían
como la pólvora, pues el caballero de Santiago Francisco de Serralta decía no
conocer al almirante ni a sus ascendientes, pero «por lo que ha entendido de
pocos días a esta parte es que el dicho padre del pretendiente había asistido en
herrería del valle, mas no puede decir con distinción en cuál, y a quien se lo
oyó fue a Ramón de Salazar vecino de Portugalete». En alguna tertulia, el
ferrón portugalujo había hablado sobre la visita recibida por parte de los
hombres del Consejo para averiguar las calidades del almirante, ante los
cuales había manifestado su opinión, que se había extendido entre los
prohombres bilbaínos. El 22 de octubre, Antonio de Belagua Mújica decía
haber escuchado, «habrá como veinte días», que el padre del almirante había
asistido en herrerías. Pese a ello, algunos declarantes defendían la calidad del
pretendiente al Hábito. Advenedizos como él querían defender a un hidalgo
que pretendía entrar en su mismo círculo, porque con ello estaban defendien-do
la propia condición del grupo93. De este modo, el caballero de Santiago don
Diego de Arana, quien conocía de trato y comunicación al almirante, decía
que en Baracaldo
«se hablaba del pretendiente que era hijo de un casero muy honrado el cual vivía
de beneficiar su casería como los demás vecinos de dicha anteiglesia y que de los
montes de su casería sacaba carbón y lo llevaba a que hundiesen en las herrerías
como hacen los demás caballeros e hijosdalgo de este señorío de Vizcaya y estos
tales se llaman aguacheros (…) que si le hubieren imputado al padre del preten-diente
haber asistido en ferrerías labrando fierro que se engañan, y es por la
distancia del tiempo haber equivocado y confundido la ocupación de aguachero
con hundidor o tirador de ferrería».
Y, por si acaso, apostillaba, haciendo evidente la realidad:
(92) Ib., ff. 11r-46v.
(93) Así salió en su defensa el caballero santiaguista y veedor de armadas y fábricas
del señorío de Vizcaya Antonio de Irazagorria y Butrón, arguyendo «que en esta tierra todo
lo que toca al hundir fierro con ingenio de agua no se tiene por ocupación mecánica respecto
ser la substancia principal de la tierra y sin esta labranza no se podría conservar Vizcaya».
Ib., ff. 65v-67v.
100 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 152 (2021), pp. 83-108. ISSN 0212-467X