JOSÉ ANTONIO OCAMPO ANEIROS
habían mejorado notablemente. Habían desparecido las vibraciones exagera-das
que se producían con la otra hélice, y la entrada en la dársena con la
máquina era una prueba concluyente de su buen gobierno.
Ya a la salida, cuando la fragata iba a realizar las pruebas de mar, antes de
que la máquina estuviera preparada para alcanzar la máxima velocidad del
barco, dispuso su comandante, el capitán de navío Juan Martínez Illescas, que
se echase la corredera, que acusó un andar de 10,5 millas.
No se trata de consignar aquí todos los datos de las pruebas de mar, pero sí
es de destacar la proeza de recuperar un buque que estaba prácticamente
perdido. A tenor de los datos recogidos en las pruebas, si al recorrer la base no
se hubiesen dado las circunstancias de tener el viento de proa y de haber
trabajado con un carbón demasiado menudo, se habría obtenido una velocidad
de 13 nudos o algo más. Para formarse un juicio cabal de lo satisfactorio de
este resultado, baste recordar que la fragata blindada Numancia, orgullo de la
Armada, con mayor presión en la máquina, es decir con mayor fuerza propul-sora
y una mar en calma, alcanzó en su día en las pruebas un máximo de 12,9
nudos.
Una última cosa. Ya hemos dicho que quien llevó el barco a la mar fue su
comandante, el capitán de navío Juan Martínez Illescas, pero es justo añadir
que contó con el primer maquinista de la Sagunto, el maquinista de 2.ª clase
Antonio Rodríguez, quien contribuyó eficazmente al funcionamiento de la
máquina, y con el maquinista Mayobre, que se prestó voluntariamente a cola-borar
en las pruebas cuando ya estaba pasaportado para Ferrol, y cuya inteli-gente
aportación contribuyó al éxito de aquellas. (Boletín del Círculo de
Maquinistas de la Armada, núm. 13, 31 de diciembre de 1878, pp. 232-234.)
El servicio
Después de unos meses integrada en la Escuadra de Instrucción del Medi-terráneo,
con estancia en Valencia y en Mahón, vemos a la fragata en Ferrol,
en obras de acondicionamiento para recibir a sus majestades. Al mando del
capitán de navío Ramón Martínez y Pérez se incorporó, como buque insignia,
a la escuadra de instrucción que mandaba José Polo de Bernabé y Mordella, y
el 9 de julio de 1881 salió de Ferrol hacia Comillas (Santander), donde se
encontraban los reyes. El 7 de agosto, la fragata izó el estandarte real y en ella
embarcaron sus majestades para hacer un recorrido por las Rías Bajas y, espe-cialmente,
visitar el departamento de Ferrol, ya que era la primera vez que
acudían a esta ciudad. Durante la visita presenciaron la puesta de quilla del
crucero Reina Cristina y la puesta a flote de la fragata Navas de Tolosa, que
estaba en el dique de la Campana. El 25 la Sagunto llegó de regreso a Comi-llas,
donde desembarcaron los monarcas y se arrió el estandarte real.
La Sagunto fue dada de baja para el servicio, por inservible, en 1891, y
después de hacer de pontón varios años en Cartagena, fue sacada a subasta
pública por dos veces en 1894. Se presentaron dos postores, pero no llegaron
112 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 152 (2021), pp. 109-116. ISSN 0212-467X