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El dominio cibernético constituye, hoy por hoy, uno de los campos de proyección de nuestras Fuerzas Armadas
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tareas de ciberdefensa de alta complejidad,
serían rápidamente tentados
por las mejores condiciones laborales
que, dadas sus capacidades
personales, podrían obtener en el
mundo civil.
En segundo lugar, y en línea con la
idea anterior, encontramos la falta
de una dotación presupuestaria dedicada
a la ciberdefensa acorde a
los riesgos y amenazas que España
ha de asumir. Si bien se podría hacer
un presupuesto para la ciberdefensa
que partiese de los fondos asignados
al Ministerio de Defensa, resultaría
más oportuna su externalización, ya
que, al no tener que detraer recursos
a otros proyectos y unidades de Defensa,
el presupuesto no solamente
podría ser mayor, sino que también
ahorraría la inversión en el material
informático necesario para garantizar
unas óptimas capacidades en el
mundo cibernético.
Además, la externalización podría suponer
un ahorro de recursos económicos
a las arcas del Estado, en tanto
en cuanto recaería sobre la empresa
adjudicataria el necesario proceso de
I+D+I que la lucha contra el impacto de
la obsolescencia tecnológica impone
al hardware y al software (Díez Rodríguez,
2018).
Basándonos en las consideraciones
expuestas, creemos posible afirmar
la viabilidad de que las capacidades
de ciberdefensa españolas sean apoyadas
por proyectos de colaboración
público-privados.
RIESGOS DE LA
EXTERNALIZACIÓN
No obstante, pese a su viabilidad, la
realidad parece demostrar que la externalización
completa a través de la
adjudicación de estas capacidades a
una empresa no resultaría una opción
aconsejable.
El campo de batalla cibernético se
vuelve cada vez más intrincado y en
él resulta extremadamente compleja
la distinción entre operaciones puramente
defensivas y acciones ofensivas,
ya que, al igual que ha sucedido
tradicionalmente en el plano cinético,
estas tienden a superponerse.
Igualmente, hasta el momento los Estados
han optado por enfrentar las
amenazas provenientes del ciberespacio
desde dos perspectivas distintas:
la disuasión y la ofensiva. En lo que
respecta al posicionamiento defensivo
basado en la disuasión (deterrence), la
posibilidad de que este fuera realizado
por una empresa privada no supondría
demasiados problemas (Nye, 2019).
Sin embargo, sería lógico encontrar
importantes reticencias a la