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activa y constante, de forma que se
puedan comprender las corrientes
que se producen en las redes, lo que
es trending topic. Hoy es posible para
un coronel vislumbrar fácilmente, a
través de Instagram, cómo es la sociedad
del soldado veinteañero medio.
Entendiendo su forma de percibir
el mundo, indudablemente, podrá
mandarle mejor.
Otro argumento fundamental se relaciona
con una de las etapas fundamentales
del modelo K2 de liderazgo,
promocionado en el Ejército de Tierra,
que incide en la importancia de la comunicación
como elemento central
para proporcionar, por un lado, confianza
y, por otro, trasparencia. Respecto
a la primera, el mero hecho de
que un subordinado pueda acceder a
los rasgos básicos del perfil de su jefe
crea ya un vínculo emocional en la medida
en que le permitirá verle como lo
que es, un ser humano con un origen
determinado, una formación y unas
aficiones. En relación con lo segundo,
los mensajes que pudiera publicar un
jefe sobre una actividad, un determinado
artículo o una foto pueden ser
muy eficaces para mostrar la realidad
tal y como la percibe, ayudando al subordinado
a comprender decisiones o
posturas.
Por otro lado, el líder actual no solo
encuentra en las redes sociales a sus
subordinados, también a las familias
de estos, a los compañeros de
profesión, a personal de empresas
colaboradoras, a militares de otras
naciones aliadas y al público general.
Así, el jefe de un contingente en operaciones
6 / Revista Ejército n.º 971 • marzo 2022
tiene ahora una oportunidad
que antes no estaba disponible para
interactuar con su unidad en territorio
nacional, pero también para dirigirse
a las familias de los hombres y mujeres
que le acompañan en el desempeño
de la misión. Ello constituye una
oportunidad de cercanía inexistente
hace unas décadas y estrecha los vínculos
entre el jefe y sus subordinados,
pero también entre la institución y la
familia militar. Ser capaz de difundir
sus mensajes de forma personal y directa
será la forma de salir del cuartel,
de darse a conocer en el día a día y sin
intermediarios.
Esto último es particularmente importante
si se tiene en cuenta el papel
que cada militar puede desempeñar
activamente en la promoción de
los valores que atesora la profesión
militar y de la cultura de defensa. Al
participar en el diálogo e interacción
en las redes sociales, cada líder de
las Fuerzas Armadas presenta el potencial
para convertirse en un influencer
en el sentido amplio de la palabra,
mostrando a la sociedad el espíritu de
servicio que guía su actuación diaria
mediante sus publicaciones.
Lo anterior se relaciona con un tercer
argumento: la flexibilidad que las redes
proporcionan para trasladar un
mensaje a quien se desee. Todo militar
es capaz de producir fácilmente
mensajes informativos de calidad y
difundirlos de manera directa y eficaz
a audiencias concretas. Basta con
un teléfono móvil y la idea adecuada.
Trasladado a la acción del líder, ello
permite gratificar, dirigirse directamente
a la unidad o al individuo, proporcionar
formación a distancia e incluso
trasladar mensajes de ánimo.
¿Qué soldado no retuitearía a sus seres
queridos la felicitación de su jefe?
Ello también es de utilidad de forma
recíproca, ya que la disponibilidad del
perfil social del jefe equivale a la frase
pretérita «la puerta de mi despacho
está abierta», convirtiéndose en una
vía de acceso más, disponible para el
subordinado.
En relación con el deber formativo del
mando, son múltiples las páginas y
blogs en las que se debate sobre la
profesión militar, particularmente en
idioma inglés. Los comentarios de la
«barra del bar» han pasado también
a hacerse en el mundo virtual, de forma
que algunas plataformas se han
convertido en auténticos repositorios
de ideas y de iniciativas. Las redes
sociales no solo permiten seguir
las páginas de think tanks, de Ejércitos
e instituciones o de pensadores
militares, sino que también permiten
a un líder dar a conocer al subordinado
cuáles son los artículos que le
han inspirado o, simplemente, facilitar
un intercambio de ideas sobre
uno u otro asunto.
El último argumento se relaciona con
el hecho de que, en el siglo xxi, si no
estás en la red no existes. La reputación
digital, la imagen positiva o negativa
que se proyecta en el entorno
ciberespacial y que tiene su reflejo
en el físico, depende frecuentemente
de los contenidos que uno mismo
publica en redes sociales. Guste o
no, lo que ocurre en Meta, Twitter o
Instagram importa tanto como para
condicionar el comportamiento de
millones de personas. No prodigarse
en las redes deja espacios vacíos,
como institución y como individuos,
que otros ocuparán tarde o temprano.
De hecho, algún general norteamericano
se ha visto suplantado en
las redes debido a su ausencia en
ellas. Se puede ignorar, pero la vida
en las redes sociales va a seguir desarrollándose.
Parece mejor adap-
En el siglo xxi, si no estás en red no existes tarse y participar en ella.