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diferencia hasta completar la
totalidad del coste de aquel ha
sido suplida por esta dirección.
El referido carro de asalto es
un modelo de los de su género.
Las pruebas que con él se han
realizado han dado un buenísimo
resultado.
En la orden general aparecen
tres fotografías que presentan
al vehículo combatiente en
tierra, sobre su automóvil de
transporte y cuando lo bajaban
del auto.
Que la suerte le acompañe y
que sus conductores logren
siempre el objetivo perseguido
es lo que fervientemente
deseamos.
Llegados a este punto, al no disponer
de las fotografías a las que se refiere la
orden —en las que, sin duda, podrían
apreciarse las características del carro
en cuestión—, cabe formularse
una pregunta: ¿qué carro de asalto
entregó la Policía al Ejército para las
operaciones africanas?
Pese a que en los documentos y datos
a los que hemos tenido acceso no
figura referencia alguna al modelo ni
al tipo de vehículo blindado adquirido
por la Dirección General de Orden
Público para el ejército de operaciones
de África, estamos seguros de
que se trata de un carro de asalto Renault
FT-17, de fabricación francesa,
el primer carro de asalto de infantería
del que dispuso el Ejército español y
con el que ya contaba, como veremos,
desde unos meses antes. La otra posibilidad
es que se tratase de un carro
Schneider CA-1, del que España
adquirió en el verano de 1921 un total
de seis unidades con las que formó
la primera batería autopropulsada de
artillería; sin embargo, descartamos
esta segunda opción, ya que cuando
se formalizó la compra de este material,
el 14 de septiembre, ni siquiera
había concluido la suscripción entre
los cuerpos policiales.
El interés del Ministerio de la Guerra
por este tipo de ingenios venía de años
atrás; de hecho, a la conclusión de la
Gran Guerra, España se planteó seriamente
la posible adquisición de este
material, cuya utilidad se había puesto
de manifiesto en el teatro europeo
de operaciones durante los años de la
confrontación. Como fruto de este interés,
56 / Revista Ejército n.º 971 • marzo 2022
se ordenó a los agregados militares
de las embajadas de Washington,
Londres y París que realizasen
gestiones conducentes a la posible
venta, por parte de los países respectivos,
de armas de estas características
destinadas a nuestro Ejército.
El resultado en los dos primeros países
referidos no pudo ser más adverso,
pues se negaron a la venta de este
material por considerarlo de carácter
estratégico y de un alto valor militar,
además de que tenía un precio excesivo
para la economía nacional; no sucedió
lo mismo con los franceses, que
sí aceptaron, en un primer momento,
la venta de sus carros de asalto Renault
FT-17, probados en los campos
de batalla de la Gran Guerra.
El interés del
Ministerio de la
Guerra por este
tipo de ingenios
venía de años
atrás
De esta suerte, con fecha 23 de junio
de 1919, tras las gestiones realizadas
por la Comisión de Experiencias
de Artillería —organismo encargado
de la adquisición de este tipo de material—,
llegó a España el primer Renault
FT-17, que, una vez recibido por
la Escuela Central de Tiro de Carabanchel,
realizó las primeras pruebas
ante S.M. el rey don Alfonso XIII con
un resultado altamente satisfactorio.
Dichas pruebas dieron pie para gestionar
la compra de otros diez carros
excedentes de la Gran Guerra, tanto
en su versión cañón Puteaux de 37
mm (dos unidades), por importe
de 56 700 francos/unidad, como en
su versión ametralladora (ocho unidades),
por un precio de 52 500 francos/
vehículo, si bien a última hora el
Gobierno galo vetó la venta de este
material.
Tras el desastre de Annual, el mismo
mes de agosto de 1921 volvieron a
activarse las gestiones conducentes
a la adquisición de estos ingenios.
El Gobierno francés dio luz verde
para ello al entender que España
los emplearía en su lucha contra un
enemigo común, aunque, eso sí, con
un notable incremento de precio sobre
el ofertado en 1919 al tratarse
de vehículos de nueva fabricación en
la casa Renault y no procedentes de
lotes excedentes del Ejército galo,
a cuyo coste hay que añadir el precio
de los camiones utilizados como
medio de transporte, las piezas de
repuesto y la munición de respeto de
dotación.
Como fruto de estos contactos, en
septiembre se formalizó y se logró
la adquisición de una primera partida
consistente en diez FT-17 armados
con ametralladoras Hotchkiss
de 7 mm, reglamentarias en el Ejército
español, y en un carro de mando
y transmisiones modelo FT-17 TSH,
capaz de enlazar por medio de telegrafía
sin hilos; posteriormente, según
datos que hemos localizado, se
adquirió un carro más de las mismas
características que los anteriores, sin
duda el financiado merced a la suscripción
de los cuerpos de vigilancia
y seguridad.
Sin embargo, existen sobre este punto
ciertas discrepancias en las fuentes
consultadas: ninguna de ellas hace
alusión al vehículo adquirido por la
Policía y tampoco refieren, en algunos
casos, la adquisición de un carro
no incluido en el pedido de las diez
unidades iniciales, señalando que tan
solo se gestionó la compra del carro
de mando y de los diez FT-17, lo
que nos llevaría a suponer que el carro
abonado por la Policía o bien estaba
integrado en esa partida inicial,
o bien se trataba del carro de mando
adquirido en el mismo pedido que los
otros FT armados. Por nuestra parte
creemos, al igual que algún otro autor,
que el pedido del vehículo adquirido
por medio de la suscripción policial se
verificó por separado poco después
de que se gestionara la adquisición
de los otros diez. Fundamentamos tal
afirmación en lo siguiente: