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A MODO DE CONCLUSIÓN
Parece claro que, pese a la aparente
distancia a la que se encuentra y a
las dificultades bíblicas que su abandono
impone a los desesperados que
deciden dejar su tierra en busca de
una vida mejor, el Sahel representa
para Europa una amenaza futura
en cuanto que la combinación de un
crecimiento desaforado de su población,
la falta de desarrollo económico
y, fundamentalmente, una creciente
violencia a la que la deficiente estructura
institucional no parece capaz de
hacer frente, dan como resultado
que, cada día con más frecuencia,
muchos jóvenes se lancen a la travesía
del desierto con el objetivo de llegar
a las playas de lanzamiento hacia
Europa, en Libia o en Marruecos preferentemente.
Las cifras en sí mismas no son alarmantes.
La creciente caída de la tasa
de natalidad de los países europeos
hace que esos jóvenes sean incluso
insuficientes para las necesidades futuras
de países como España o Italia,
pero el fenómeno de la inmigración
irregular es un sujeto mediático, y
después político, de enorme importancia
sobre todo en períodos electorales,
y puede llegar a influir de forma
radical en el resultado de algunos
procesos electivos. Por otra parte, si
los flujos provenientes del Sahel, por
ahora, son de una entidad asumible,
nada impide que, como la guerra de
Siria nos ha mostrado, por determinadas
circunstancias, generalmente
relacionadas con la violencia, los
flujos asumibles se conviertan de la
noche a la mañana en oleadas incontrolables,
como ocurrió con la crisis
de 2015, en la cual Grecia, y en función
de los intereses turcos, se encontró
con centenares de miles de
refugiados atravesando su territorio,
lo cual llega a suponer una auténtica
crisis para las políticas de la Unión
Europea.
El Sáhara, pese a su enormidad y peligro,
ni ahora ni en el pasado actuó
como un muro; siempre ha sido permeable
y sus dos orillas funcionan de
una forma, en cierto modo, coherente y
Fuente: Centro noruego de análisis global
El Sáhara, pese
a su enormidad
y peligro, ni
ahora ni en el
pasado actuó
como un muro;
siempre ha sido
permeable y
sus dos orillas
funcionan de
una forma, en
cierto modo,
coherente y
combinada