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Durante el
siglo xvii la
situación militar
en América
empeoró para
España, pues a
caballo del cambio
de siglo las
posesiones
americanas
sufrieron
los ataques
de diversas
expediciones
inglesas,
francesas y
holandesas
Durante el siglo xvii la situación militar
en América empeoró para España,
pues a caballo del cambio de siglo las
posesiones americanas sufrieron los
ataques de diversas expediciones inglesas,
francesas y holandesas que
probaron la vulnerabilidad de las mismas,
lo que obligó a los reyes Felipe
III, Felipe IV y Carlos II a reanudar
periódicamente el esfuerzo de fortificación
llevado a cabo hasta la fecha.
Los nombres de ingenieros españoles
como el capitán Luis Pizaño, Pedro
Navarro, Cristóbal de Rojas, Antonio
Herrera, Francisco de Miranda,
Hernando de Acosta, Luis de Carrera,
Ramiro López, Pedro Rodríguez, Juan
de Herrera, Juan de Oviedo y Francisco
Alcántara están asociados a esta
colosal empresa.
LAS ACADEMIAS Y CÁTEDRAS
DE MADRID
En el siglo xvi no era nada fácil estudiar
matemáticas en España. Fuera de
la península se habían creado varias
academias de matemáticas, la más
famosa la de Milán que, fundada en
tiempos del emperador Carlos V, tuvo
una larga vida y permaneció vigente
durante todo el siglo xvii. En ella enseñaron
Fortificación tratadistas italianos
como Tartaglia, San Micheli
o el arquitecto Alejandro Capra. Por
esta razón, los ejércitos imperiales
españoles estaban llenos de ingenieros
italianos y de otras nacionalidades.
Para suplir este déficit, el rey Felipe
II propició el establecimiento en
1582 de la Academia Real Mathematica
y de Arquitectura Militar en el antiguo
Real Alcázar de Madrid. La Academia
fue fundada por el ingeniero
militar Tiburcio Spanocchi y el arquitecto
Juan de Herrera. La formación
de los alumnos, tanto militares como
civiles (pues también se admitían algunos
«caballeros particulares») era
muy completa, especialmente para
los futuros ingenieros. Abarcaba no
solamente Matemáticas y Fortificación,
sino Arquitectura, Cosmografía
e incluso Navegación o el «Arte de
Marear». Se ponían así las bases sobre
las que se asentaría el dominio de
los ingenieros militares en los campos
de la arquitectura, obras públicas
y cartografía durante los siglos xvi,
xvii y xviii.
La Academia de Madrid impartía sus
clases en horario de mañana y tarde.
Entre sus alumnos se encontró el conde
de Puñonrostro, maestre de campo
general, quien protegió la Academia y
estimuló a sus profesores a escribir y
publicar los tratados de las materias
que explicaban. Jerónimo de Soto,
Próspero Casola y Leonardo Turriano
fueron prestigiosos alumnos de la
academia. Cristóbal de Rojas también
Plano de la ciudad de La Habana