El páter Revilla en Ras Medua con el legionario Luis Osorio
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médico militar Martínez Olmedo le
practicó ese día, fue declarado como
«útil».
EN LA CAMPAÑA DE MELILLA
El día 27 de agosto de 1921, Luis
Osorio partió de Madrid. En Algeciras
embarcó rumbo a Ceuta y se presentó
en Dar Riffien, el campamento
de La Legión. Las operaciones en la
zona oriental del protectorado ya estaban
en marcha y el día 29 el legionario
Osorio zarpó con rumbo a Melilla.
Comenzó el mes de septiembre formando
en la II Bandera. Aquella unidad
la mandaba el comandante Carlos
Rodríguez Fontanes, que quiso
conocerlo y tuvo una atención, no sabemos
si hacia su edad o hacia su estatus
aristocrático, pues lo encuadró
en la plana mayor de la bandera.
No tardó Osorio en conocer de cerca
a los personajes más granados de
La Legión, como el teniente coronel
Millán Terreros, el comandante Franco,
los capitanes Sueiro, Alcubilla,
Covo y Beorlegui, los tenientes De la
Cruz, Vila Olaria, Lizcano y Montero,
y los sargentos Munar, Piris
y Patón, todos ellos nombres
imborrables de la historia de La Legión.
El legionario Osorio inició la campaña
de Melilla el 8 de septiembre. Legionarios
y regulares condujeron un convoy
hasta la posición de Casabona. La
tenaz oposición del enemigo dio lugar
a un sangriento combate. La relación
de muertos incluyó a un teniente, dos
cabos y 22 legionarios. El de Casabona
fue el bautismo de fuego del legionario
Osorio y la primera acción de
envergadura que protagonizó La Legión
en territorio de Melilla.
Millán Terreros, que conoció personalmente
a Osorio, escribía a finales
de 1922 su obra La Legión, donde
realizaba un escueto recorrido por
los primeros años de existencia de la
unidad. Uno de sus capítulos,
dedicado a los caballeros legionarios,
cita: «En La Legión
caben y están todas las
ciencias y todas las artes.
Nobles y plebeyos …»4.
Al organizador y primer jefe del Tercio
de Extranjeros le entusiasmaban
los heterogéneos personajes que era
posible encontrar entre su tropa. Él,
ya entonces un adelantado de la propaganda,
sabía cómo los informes
oficiales, por sí solos, no eran suficientes,
había necesidad de calor y
de resonancia, «elementos que solo
los da la literatura de propaganda:
ella será la que haga la leyenda merced
a una lírica altamente patriótica,
con cantos épicos de gloriosas hazañas,
buscando el lado romántico de
las aventuras guerreras y pintando
con vivos y alegres colores la vida de
campaña»5.
Páginas más adelante cita las variopintas
figuras que formaban en las
filas del Tercio de Extranjeros, como
el químico austriaco Werner, a quien
hubo que licenciar por tísico, el matador
de toros Dufor, el doctor Eslada,