cuales, a pesar de la evolución que algunos
materiales han experimentado
en los últimos años, no siguen el paso,
ni de cerca, a la inversión volcada sobre
los sistemas de mando y control.
Hasta ahora, las Fuerzas Armadas occidentales
daban por sentada la superioridad
en el espectro electromagnético
y tenían como único condicionante
la saturación de este por las propias
emisiones. Sin embargo, los últimos
conflictos han demostrado que la superioridad
tecnológica de las fuerzas
occidentales ya no es tan notoria, y
además dicha superioridad no hace inexpugnables
sus sistemas de mando y
control. Tanto en Ucrania como en Siria
se han visto acciones de guerra electrónica
de lo más variado, desde sofisticados
ataques con las más modernas
tecnologías contra sistemas de armas
hasta acciones que podrían considerarse
muy básicas contra los sistemas de
moral y bienestar, o las comunicaciones
personales, que han tenido efectos importantes
sobre la moral de las tropas.
En los últimos años, los medios de guerra
electrónica de las unidades terrestres
estaban centrados en la protección
de la Fuerza y en la adquisición de
información, tanto para la conciencia
situacional como para el ámbito de la
inteligencia con el análisis de contenido.
Esto era debido a esa superioridad
electromagnética, considerando
siempre que la fuerza adversaria sería
muy inferior tecnológicamente y viendo
la guerra electrónica más como un valor
añadido siempre que fuera posible
que como algo esencial en las acciones
de combate.
Las grandes potencias militares, como
Rusia y Estados Unidos, están realizando
inversiones para llevar la guerra
electrónica hasta las unidades tácticas
más pequeñas. Así, se están desarrollando
diferentes proyectos para que
las unidades del ejército de los Estados
Unidos dispongan de medios para
actividades ciberelectromagnéticasArial
(CEMA2) a nivel de batallón e inferiores.
Las Fuerzas Armadas rusas,
dentro de la modernización llevada a
cabo desde 2009 tras el conflicto con
Georgia, han dado un papel preponderante
a la guerra electrónica y han creado
multitud de unidades que pueden
ser agregadas a las unidades de combate
como capacitadores.
Los medios de los que se están dotando
estas naciones, así como otras, ya
no se limitan a acciones de vigilancia
del espectro o capacidades limitadas
de perturbación. Los nuevos medios
integran capacidades de guerra electrónica
con capacidades cibernéticas
y aprovechan las debilidades que los
sistemas digitales hiperconectados
puedan tener, e incluso de gestión del
espectro, para minimizar el riesgo de
64 / Revista Ejército n.º 964 • julio/agosto 2021
fratricidio y permitir el uso del espectro
electromagnético para los sistemas
propios de mando y control, a pesar de
las acciones hostiles.
Estos medios disponen de diversas
capacidades de ataque, no con los
principios dogmáticos que tenían las
unidades de ataque electrónico convencionales
sino siguiendo la máxima
de «si yo combato a oscuras, tú
también»; es decir, si mis sistemas de
mando y control no funcionan en esta
área, ninguno lo hará. Se trata, principalmente,
de minimizar el riesgo de no
poder emplear el espectro electromagnético,
pero también de que no pueda
usarlo el adversario.
Dentro de la estrategia de AD/A23, las
unidades de guerra electrónica cobran
una importancia primordial, pues impedir
el uso de los sistemas de mando
y control es una de las medidas más eficaces
para evitar que una Fuerza pueda
acceder y operar en un área. Pero para
que las unidades de guerra electrónica
sean efectivas deben integrarse con
las fuerzas con las que participarán en
el combate, se deben realizar ejercicios
en los que se practiquen procedimientos
ante una perturbación, siendo atacados
electrónicamente, para ver los
efectos sobre nuestros sistemas.
Las unidades de guerra electrónica deben
integrarse permanentemente con
Refuerzo de Protección de la Fuerza en la Base de Apoyo Avanzado de Herat