SECCIONES - OBSERVATORIO INTERNACIONAL
LA CRISIS DE MALI TRAS DOS GOLPES DE
ESTADO
Alberto Pérez Moreno
Coronel de Infantería DEM retirado
Mali, uno de los países más pobres
del mundo que se debate entre el descontento
98 / Revista Ejército n.º 964 • julio/agosto 2021
social y la protesta, se ha visto
sacudido por dos golpes de Estado
en menos de un año mientras no cesa
la violencia yihadista en el centro y el
norte. Una discusión sobre ascensos
militares fue la chispa que provocó el
motín de un grupo de soldados en la
base de Kati que, tras tomar posiciones
en lugares estratégicos de la capital,
Bamako, forzaron la dimisión del presidente
Ibrahim Boubacar Keita al ser
detenido junto con su primer ministro
Boubo Cisse el 18 de agosto de 2020,
al mismo tiempo que una Junta Militar
dirigida por el coronel Assimi Goïta tomaba
el poder y prometía elecciones
en tres años. El alzamiento tras meses
de manifestaciones encabezadas por
el Movimiento 5 de junio-Agrupación
de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP), fue
acogido con alegría por una población
que acusaba al presidente de incapacidad
para sacar al país de la crisis, pero
provocó una reacción internacional
con Naciones Unidas exigiendo la liberación
de Keita, mientras EE. UU. suspendía
la cooperación militar, la Unión
Africana (UA) anunciaba la suspensión
de Mali «hasta que se restablezca el
orden constitucional» y los 15 miembros
de la Comunidad de Estados de
África Occidental (CEDEAO) exigían
un gobierno de transición dirigido por
civiles, imponían sanciones y ordenaban
el cierre de fronteras de Mali, lo que
provocó la caída del 30 % de las importaciones1.
UN SEGUNDO GOLPE EN
NUEVE MESES
Nueve meses después del nombramiento
de Bah N´Daw presidente interino,
Assimi Goïta, el hombre fuerte
del golpe que ejercía como vicepresidente,
destituía y encarcelaba a Bah
N´Daw y a su primer ministro Moctar
Ouane acusados de haber reorganizado
el gobierno sin consultarle y apartado
a los ministros de Defensa y de
Seguridad, Sadio Camara y Modibo
Koné, ambos oficiales próximos a Goïtia.
Aunque días después, accediendo
a la solicitud de la comunidad internacional,
Bah N´Daw y Moctar Ouane
fueron liberados y puestos bajo arresto
domiciliario, esta vez la reacción internacional
fue más dura: el presidente
Emmanuel Macron en una entrevista
en su viaje a Ruanda y Sudáfrica advertía
que «Francia no seguiría apoyando
a un país sin legitimidad democrática»
y amenazaba con retirar fuerzas de la
operación Barkhane, algo que era una
amenaza difícil de cumplir según Aliou
Tounkara, director del Centro de Estudios
Estratégicos y Seguridad en el
Sahel, dado que Francia juega un papel
decisivo contra el yihadismo en Mali, y
caso de retirarse, podría provocar la
intervención rusa en suelo maliense.
Por su parte la CEDEAO, en una reunión
extraordinaria en Accra, suspendía
de nuevo a Mali en todos sus órganos
hasta febrero de 2022, cuando se
celebrarán elecciones presidenciales,
y ordenaba al jefe de la Junta nombrar
un primer ministro civil2.
Sin embargo, el 7 de junio se producía
un punto de inflexión en Bamako
al declarar el Tribunal Constitucional
presidente de la transición a Assimi
Goïta que, en una ceremonia en la que
estuvieron ausentes Jefes de Estado
y embajadores, «juraba ante Dios y el
pueblo de Mali preservar el régimen
republicano y las conquistas democráticas
» y prometía «la organización
de elecciones creíbles, justas y transparentes
en las fechas previstas»3.
Días después Goïta nombraba primer
ministro interino a Choguel Kokalla
Maïga, un ingeniero de telecomunicaciones
por la Universidad de Moscú y
exlíder del M5-RFP, una elección que
tiene la difícil tarea de reconciliar a los
malienses y disipar preocupaciones
internacionales, pero es comprometida
puesto que Maïga, considerado
un intransigente que no tiene amigos
en la política, tendrá que tratar con los
rebeldes tuareg de la Coordinadora de