JULIO DE 1936.
UNA NACIÓN DIVIDIDA,
LOS COMIENZOS DE UNA
GUERRA
A finales del mes de julio de 1936 España aparece dividida en dos mitades irreconciliables
abocadas a una guerra civil cuya duración era por aquel entonces difícil de determinar.
Los recursos de ambos bandos son suficientes para sostener el esfuerzo bélico, pero
limitados si no se verifican ayudas exógenas, lo que será aprovechado por las potencias
más agresivas, la Alemania nazi y la URSS de Stalin, para intervenir
Fernando Calvo
González-Regueral
Licenciado en Economía
RECURSOS DISPONIBLES EN
CADA ZONA
El 18 de julio de 1936 (entendida
esta simbólica fecha como el período
que media entre la noche del
16 de julio, en que se subleva la primera
unidad del ejército en África1, y
finales de dicho mes, en que quedan
definidos los frentes) España queda
dividida en dos mitades irreconciliables
configuradas como bandos de
una guerra civil cuya duración era
entonces difícil de determinar. Un
golpe militar, con apoyos civiles, ha
fracasado en su intento de hacerse
con el poder, pero un gobierno
del Frente Popular, con respaldo de
parte de las fuerzas armadas y de orden
público, también fracasa en su
intento de asfixiar la sublevación.
Cada uno de estos bandos beligerantes
dispone de suficientes recursos
humanos, bélicos y económicos
para afrontarla, descontadas de momento
posibles ayudas exógenas a
cualquiera de los beligerantes, pero
estas pronto empezarán a verificarse,
complicando y alargando la situación
82 / Revista Ejército n.º 964 • julio/agosto 2021
de conflicto a la que se ha
llegado. Aunque todo está por decidir,
una dura realidad se deduce de
las declaraciones de los líderes político
militares de ambas zonas: no
habrá abrazos de Vergara y la guerra
será total.
Toda conflagración, especialmente
una moderna, precisa de medios
de todo tipo para ser alimentada: industriales,
financieros, sociales, políticos,
diplomáticos y, por supuesto,
militares. Con todos los matices cualitativos
que hubiera que realizar (pero
que no son objeto de este trabajo), los
siguientes eran, en términos cuantitativos,
los recursos disponibles en
cada zona (ver figura 1).
La zona bajo control del Gobierno
abarcaba algo más de la mitad del
territorio y un 55 % de su población,
estimada en 25 millones de
almas. Se configuraba como una
economía industrial, dominando el
80 % de producciones tan interesantes
como la siderúrgica y la de
armamento, además de disponer de
la mayor parte del parque automovilístico
y ferroviario, así como de una
considerable flota mercante. Mantenía
la capital, con todos los resortes
del Estado, y ciudades tan importantes
como Barcelona o Bilbao.
Su mejor baza era empero financiera
y estaba enterrada en el centro de
Madrid: sobre 700 toneladas de oro