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de muertes entre los asistentes. Este
hecho desencadenó una rebelión generalizada
que Cortés se veía incapaz
de sofocar. Además, la muerte en circunstancias
poco claras de Moctezuma,
el 30 de junio de 1520, exacerbó
aún más los ánimos de los indígenas.
En estas circunstancias, la posición de
los españoles se tornó extremadamente
peligrosa, pues estaban sitiados en
el interior de la ciudad. Con la finalidad
de revertir la situación, Cortés organizó
una retirada táctica hacia el territorio
tlaxcalteca, la cual se realizaría la
noche del 30 de junio. Nada más iniciar
el movimiento, la columna fue atacada
desde todas direcciones por los guerreros
aztecas, los cuales presionaron
de tal modo sobre ella que la retirada
se convirtió en una huida, en la que los
españoles sufrieron numerosas bajas.
Esta jornada ha pasado a los anales de
la historia como la noche triste.
LA BATALLA DE OTUMBA
En el amanecer del 1 de julio, al pasar
Cortés el preceptivo alarde de su
hueste, comprobó que había perdido
a la mitad de sus hombres. Tras
reorganizar su tropa, continuó la retirada
hacia territorio amigo. Esta
fue infernal, con hombres extenuados
y hostigados por bandas mexicas
que tenían la misión de ralentizar
la marcha de los españoles, dando
tiempo para que el ejército azteca
los neutralizara antes de llegar a la
tierra de sus aliados.
Así, el 7 de julio de 1520, cuando
Cortés llegó con sus hombres a los
llanos de Otumba, descubrió que el
Batalla de Otumba. 7 de julio de 1520