Expediente para la concesión de la Laureada Colectiva de San Fernando
73
cual castillo de naipes, ante un enemigo
muy superior en número y perfecto
conocedor del terreno.
El día 21 de julio, perdidas las importantes
posiciones de Abarrán e Igueriben,
con la muerte de casi toda su
guarnición (en Abarrán, el teniente de
artillería Diego Flomesta Moya, herido
grave, se deja morir de sed antes
de enseñarle a los moros el manejo
de los cañones)1, el general Fernández
Silvestre ha concentrado sus tropas
en Annual y desde allí, cercada ya
la posición por numeroso enemigo,
reflexiona junto a su Estado Mayor
sobre la posibilidad de establecerse
en defensiva u ordenar la retirada
en forma escalonada desde Annual
hasta Drius y desde allí hasta el Batel
y Tistutin, donde podrá evacuar a los
heridos y enfermos para partir por el
ramal del ferrocarril minero hasta Melilla,
y esperar allí la llegada de refuerzos
urgentemente solicitados, ante la
gravedad del momento, a su compañero
el alto comisario don Dámaso
Berenguer Fusté. Pero la brillante estrella
del general Silvestre, cuyos primeros
resplandores aparecieron allá
en las maniguas de Cuba, parece que
está a punto de extinguirse y apagarse
por completo en este caluroso día
de julio de 1921, para envolver su oscuridad
en fúnebres crespones a las
fuerzas que mandaba y en doloroso
luto a España entera.
Sobre las 11:30 horas de la mañana
del día 22 de julio de 1921, tras una
noche de reuniones continuas en la
tienda del comandante general, este,
muy afectado por los graves sucesos
que presiente, ordena al fin la retirada
y la evacuación de Annual. La salida
se inicia y la tragedia se consuma.
Los rifeños abren nutrido fuego sobre
nuestros soldados y la desesperación,
el pánico y el desaliento se apodera de
la columna, lo que lleva a la deserción
de la mayor parte de unidades indígenas
que servían bajo nuestra bandera.
Esforzándose en impedir esta insólita
desbandada han caído con honor
los coroneles Manella y Morales. El
general Fernández Silvestre muere,
no se sabe si suicidado o disparando
su pistola desde el parapeto (aunque
su cadáver nunca fue encontrado), y
la palabra desastre, en esta ocasión,
reviste con toda intensidad su cruda
acepción terminológica.
23 DE JULIO DE 1921.
RETIRADA DESDE DRIUS
HASTA EL BATEL Y HEROICO
SACRIFICIO DEL REGIMIENTO
DE CABALLERÍA CAZADORES
DE ALCÁNTARA N.º 14 AL DAR
PROTECCIÓN A LA COLUMNA
Enterado de la muerte del general Silvestre,
el general de brigada de caballería
don Felipe Navarro y Ceballos-Escalera,
barón de Casa Davalillo, 2.º jefe
de la Comandancia General, asume el
mando y concentra las dispersas tropas
en Dar Drius para intentar desde allí
la retirada a las sucesivas posiciones
de El Batel y Tistutin, para enlazar posteriormente
con Monte Arruit y esperar
allí, en posición defensiva, la llegada de
refuerzos urgentemente solicitados. A
las tres horas del día 23 de julio, el general
Navarro ordena la retirada hacia
la posición de El Batel, si bien preocupado
sobremanera por el bajo estado
moral de las tropas, con el consiguiente
detrimento de la disciplina. De la protección
de la columna encarga al Regimiento
de Caballería Alcántara n.º 14,
y tras la muerte heroica de su coronel,
don Francisco Manella Corrales, ha
tomado el mando el teniente coronel
don Fernando Primo de Rivera y Orbaneja,
ilustre jefe del arma de caballería,
profesor de equitación militar y hermano
menor del teniente general de sus
mismos apellidos. Don Fernando sabe
que la papeleta que le ha encargado el
general es de difícil solución. En una
palabra, el cumplimiento de la misión
implica que el Regimiento se ha de sacrificar,
si preciso fuere, en beneficio
del resto de sus compañeros de armas.
En el Regimiento, a nadie se le oculta la
gravedad de la misión encomendada.