restos consecuencia del
choque de algunos de estos
objetos y componentes, herra-mientas,
etc., perdidos en el
espacio como consecuencia de
la actividad realizada en su
seno.
El número de estos es enor-me.
Elementos de tamaño
superior a 10 centímetros se
calcula que puede haber por
encima de 23.000, mientras
que de más de un centímetro,
unos 700.000, y por debajo de
este tamaño se cuentan por
millones. Todos ellos se
encuentran orbitando y su
velocidad es acorde con su
distancia de la Tierra. Así, a
unos 1.000 km de distancia, la
velocidad es de cinco kilóme-tros/
TEMAS PROFESIONALES
Recreación artística de la basura espacial orbitando
la Tierra. (Foto: www.elmundo.es)
segundo. Obviamente, la energía cinética es muy grande, y por tanto un
choque fortuito con un satélite activo podría ser, dependiendo del tamaño del
objeto-proyectil, letal o capaz de causar daños considerables.
Una vez acaba la vida útil de un satélite artificial, este debe ser retirado
para que no suponga un peligro para el resto de objetos en órbita. La realidad
es que no siempre es así, y lo que debería ser una obligación, hoy por hoy tan
solo constituye una simple recomendación, que básicamente se resume en dos
reglas: 1) este tipo de objetos debe ser extraído de su órbita en un plazo no
superior a los 25 años, y 2) si el objeto es extraído y forzada su reentrada en la
atmósfera, debe ejecutarse una maniobra que posibilite que el riesgo de
ocasionar daños en la superficie no supere la cifra de 1:10.000.
Por otra parte, los restos que producen estos objetos no se reparten de
forma uniforme en el espacio, existiendo dos zonas muy pobladas: la corres-pondiente
a los satélites bajos (entre 300 y 2.000 km) y la órbita de los geoes-tacionarios.
En resumen, estas áreas se encuentran localizadas en las zonas
especialmente protegidas, por lo que su vigilancia y catalogación se ha consi-derado
un asunto de la mayor importancia al poner en riesgo las misiones
actualmente activas y comprometer las futuras.
Hasta la fecha son dos los procedimientos que se siguen para la remoción
de los objetos inactivos de la órbita original. En el caso de satélites en órbitas
bajas, se procede a maniobrarlos forzando su reentrada en la atmósfera. Como
consecuencia de la fricción y las altísimas temperaturas, deberían desintegrar-
894 Junio