TEMAS PROFESIONALES
operaciones de vuelo, strikes sobre tierra simulados, adiestramientos e interac-ciones
reales con otras naves en la mar (rusos), pero sobre todo simulacros de
hombres al agua en plena madrugada, que, de casi dos horas, cortaban
de lleno el sueño. La agrupación se dirigía en demanda de zonas calientes y,
por tanto, se preparaba para «sentirse cómoda realizando lo incómodo; porque
si hoy conseguía ser impredecible, mañana sería muy combativa».
Eran las 08:45 de la mañana y a bordo del Carlomagno acababa de finali-zar
la reunión matutina diaria de los «comandantes de guerra», liderada por el
comandante del Grupo de Combate, un contralmirante español. Era la deno-minada
Warfare Commanders Board, WCB. Esta, además de servir como
primer contacto del mando con la situación táctica —gracias al briefing de
situación del battle watch officer— y con las diferentes áreas (inteligencia,
logística, estado de operatividad de los sistemas y equipos, aviones…), servía
a los comandantes de las diversas marinas para exponerle la situación al almi-rante
dentro de sus cometidos y responsabilidades y llegar a una decisión por
parte de este último. Suponía, por tanto, el primer punto de partida del día;
eran las directrices para los futuros planeamientos. Pues bien, en esta ocasión
la reunión había sido diferente. El almirante, por una convincente razón, había
llegado tarde: una llamada.
Días atrás habíamos dejado el centro del Mediterráneo y la exhibición de
fuerza mostrada cuando nos pudimos fusionar con el otro grupo de combate
francés, el Jules Verne. «Cien mil toneladas de diplomacia», titulaban las
portadas de prensa internacionales más populares, bien alimentadas por la
adecuada gestión de la información por parte del equipo de Information
Warfare del Staff, la eficaz e inteligente guerra de actual tendencia. Fíjense en
la magnitud del asunto: dos portaviones con capacidad para 70/80 aeronaves
cada uno, más los escoltas y demás unidades colaboradoras enarbolando la
bandera del país con un tamaño de más de media driza, que se podía observar
a larga distancia, y la europea como unión política y común. Sin lugar a
dudas, una imagen de interés nacional-europeo en política de defensa.
La acción disuasoria estaba a punto de ocurrir. El grupo para el que estaba
diseñado —no se engañe nadie— se preparaba para una nueva actuación en la
zona caliente de Oriente Medio, donde el Jules Verne acababa de permanecer
durante 20 días a modo de paso, pero intencionado. Sin embargo, ahora se
avecinaba más tensión. Las sanciones económicas impuestas por Europa y los
Estados Unidos a Irán volvían a resurgir. La presión se incrementaba.
La maniobra, compleja, estaba estudiada por los distintos equipos de
mando del grupo y ahora solo faltaba entrar en acción. Con la vista corta en
las operaciones más próximas —hasta 72 horas— y en las más lejanas —72
horas en adelante—, se efectuaba el planeamiento constante. El equipo de
Inteligencia había analizado todas las posibles interacciones con unidades
rusas y chinas, tanto aéreas como de superficie y submarinas en la zona y la
que faltaba por registrar. El equipo de Defensa Aérea, a su vez, había estudia-
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