DUC IN ALTUM
Ignacio LLANOS HERVELLA
O era la primera vez que Simón y Lucas pescaban
en Genesareth. Es muy probable que ya conocieran
bien el oficio antes de que Jesucristo eligiera su
barca para hablar al gentío desde ella. Al terminar,
pronunció las tres palabras milagrosas: duc in altum.
«Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y
nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la
red», replicó Simón, obviamente con cierto escepti-cismo.
Remaron mar adentro, buscaron en lo profundo y
llenaron sus redes hasta el punto de colmar dos
barcas hasta casi hundirlas. Simón y Lucas comen-zaron
a seguir a Jesús, que desde entonces fue
llamado el «pescador de hombres».
Normalmente estas tres palabras latinas, duc in
altum, se traducen en las Sagradas Escrituras como «remad mar adentro».
Pero altum tiene dos posibles acepciones: altura o profundidad, con lo que
esta frase, además de milagrosa, puede ser ambigua y perfectamente interpre-tarse
como «bucead en lo profundo».
Lo cierto es que la Armada no es la primera vez que bucea profundo ni que
bucea con equipamiento autónomo. Como los apóstoles, conocíamos bien el
oficio antes de que el Concepto de Intervención Subacuática (COIS) de 2015
diera una instrucción clara y concisa que, sin duda, se podría traducir de la
siguiente manera al latín: duc in altum.
El COIS detecta un desequilibrio entre las profundidades que se pueden
alcanzar con suministro desde la superficie (SDS) y los modos de buceo autó-nomo
mencionados en el mismo. El primero tiene una limitación obvia que no
posee el segundo: precisa de una plataforma capaz de hacer llegar los gases
respirables desde la superficie hasta el buzo. Es por lo que el AJEMA estable-ce
la necesidad de igualar la profundidad a alcanzar en ambos modos de
buceo, esto es, 90/114 metros de columna de agua.
2021 911