revista de aeronáutica y astronáutica / enero-febrero 2021
152 nuestro museo
Comentar como curiosidad que
la Cruz de San Andrés es muy usada
en heráldica, aparece en la Ikurriña
de Euskadi y en diversas banderas
de Chile, Ecuador, Colombia, EE.UU.,
Escocia, Jamaica, Tenerife, Vitoria, así
como en la bandera del Imperio español.
También, es el origen del actual
signo de multiplicación. El matemático
británico y clérigo anglicano William
Oughtred fue el primero en utilizarla
allá por 1631 y desde ahí se derivó el
signo x actualmente usado.
Desde el final de la guerra civil la librea
del material aéreo del Ejército del
Aire se normaliza con la escarapela nacional
sobre el fuselaje y las alas y la
cruz de San Andrés sobre la deriva o el
timón de dirección compartiendo este
diseño con las aeronaves del Ejército
de Tierra y de la Guardia Civil.
La Aviación Naval no la portó nunca
en sus aeronaves ya que nunca perteneció
a la Aeronáutica Militar, ni por
supuesto el EA, teniendo desde sus
inicios identidad y normativa reguladora
propia e independiente.
Durante un pequeño periodo de
tiempo, finalizada la guerra civil, la
Armada volvió a tener aviación propia,
el Arma Aérea, heredera de la
Aviación Naval, con la incorporación
de los primeros helicópteros Bell 47
y Agusta Bell AB 204 que llegaron en
1954 como resultado de los acuerdos
con EE.UU. Durante un periodo inicial
sí portaron la Cruz de San Andrés, desapareciendo
esta más adelante al ser
sustituida definitivamente por el distintivo
de la Aviación Naval que portan
hoy.
Después de este paréntesis que
hemos utilizado para ubicarnos en el
momento histórico por el que pasamos
iniciaremos la descripción del
contenido de la de la sala III, década
1926–1936. Nada más atravesar la
cortina de separación con la sala II nos
encontramos con un avión modelo
Klemm L-25, de color gris y con la librea
de la aviación nacional. El Klemm
L-25, fue un aparato alemán biplaza,
con tren de aterrizaje triciclo y doble
cabina abierta en tándem diseñado
por Hans Klemm en 1928.
Poseía una gran relación peso potencia
y una muy buena capacidad
de despegue en distancias cortas. Se
fabricaron más de 600 unidades en
Alemania y, bajo licencia, en EE.UU. y
Gran Bretaña (fabricadas por British
Klemm Aeroplane Co. con el nombre
B.A. Sallow).
Se construyeron alrededor de 30
versiones diferentes que estaban
equipadas con motores que variaban
de 32 a 70 kW (43 a 94 CV). La estructura
del fuselaje y alas estaba cubierta
con planchas de madera contrachapada
y era uno de los pocos aviones,
de este segmento, monoplano de ala
baja.
A España llegaron durante la II República
cuatro unidades más otro que
fue incautado por el bando nacional
durante la guerra civil. Con un peso
entre 620 a 720 kg y una envergadura
de 10,5 a 13 m. según el modelo, el
despegue se lograba a solo 50 km/h
alcanzando una velocidad máxima de
entre 150 y 160 km/h.
El ejemplar expuesto es un avión original
construido en 1931 en Alemania
y procedente de un intercambio con
el Museo Autotechnik de Sandhausen.
Se incorporó a nuestro Museo el año
1997 y monta un motor Salmson en
estrella de nueve cilindros que rendía
45 Hp de potencia.
Como siempre se nos ha echado el
tiempo encima, o como dice la frase
que acompaña a numerosos relojes,
sobre todo aquellos de diseño clásico,
tempus fugit o «el tiempo vuela»,
nunca mejor dicho, y tenemos que
abandonar la descripción de la sala
III que lógicamente continuaremos en
posteriores entregas. Hasta entonces,
paramos «motores». n
Klemm L-25 perfil izquierdo
Librea republicana
Emblema y
distintivo
naval de
cola