revista de aeronáutica y astronáutica / enero-febrero 2021
62 mirando alrededor
rres, dijo en octubre: «La COVID-19 ha
puesto al descubierto las fragilidades
del mundo: Aumento de las desigualdades,
catástrofe climática, ampliación
de las divisiones sociales, corrupción
rampante». Una ONU reformada debe
garantizar, al menos parcialmente, una
gobernanza mundial12 y tener capacidad
ejecutiva para que se cumplan sus
mandatos. Eso solo se podrá lograr con
unas normas y regulaciones basadas
en el imperio de la ley, con una organización
adecuada y con los medios personales
y materiales necesarios. A este
respecto, Borrell señaló con ocasión
del 75 aniversario de la ONU que: «Un
mundo regido por reglas acordadas es
la base misma de nuestra seguridad
compartida, libertades y prosperidad.
Un orden internacional basado en reglas
hace que los estados sean seguros,
mantiene a las personas libres y
a las empresas dispuestas a invertir, y
garantiza que el medio ambiente esté
protegido».
El 75.º aniversario de la ONU se está
celebrando en un momento en el que
el mundo atraviesa grandes dificultadas
agravadas por una crisis sanitaria
mundial que está teniendo muy graves
repercusiones económicas y sociales.
Además, la falta de respuestas rápidas
y adecuadas a la pandemia han sembrado
la duda y la desconfianza sobre
el Sistema de las Naciones Unidas. La
enfermedad por coronavirus nos recuerda
con crudeza la necesidad de
cooperar más allá de fronteras, intereses
económicos y generaciones. La
COVID-19 ha causado muchas muertes
e innumerables sufrimientos, pero
también puede abrir los ojos de los
habitantes del planeta ante el abismo
en que puede caer el mundo cuando
no se abordan los problemas de forma
adecuada. Es preciso dar una respuesta
eficaz que permita la recuperación del
planeta de forma rápida y el avance en
el logro de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible13. Sin embargo, la confianza
pública en las instituciones está en
crisis en todo el mundo y el apoyo a la
cooperación mundial es más débil que
hace unos años.
EPÍLOGO
El nivel de globalización ha aumentado
en los últimos años, habiéndose
llegado actualmente una
intensa y extensa comunicación e
interacción entre los numerosos actores
de la escena mundial. Ese aumento
se ha visto facilitada por los
avances de las tecnologías digitales
y por la mejora de los medios de
transporte. Para apoyar el desarrollo
de todos los habitantes de la Tierra
y para evitar situaciones como las
ocurridas durante la crisis del coronavirus,
se propugna una reforma en
profundidad del Sistema de las Naciones
Unidas. Una reforma que garantice
su capacidad ejecutiva y que,
reconociendo el papel de los estados,
instituciones y organizaciones
multinacionales, contribuya eficazmente
a regular y facilitar las relaciones
entre ellos. Todo ello en un
marco que asegure el respeto de los
derechos humanos, la vigencia de la
democracia y el imperio de la Ley. La
tarea es colosal, pero, como decía