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El análisis del discurso señala a la colonización
británica de Nigeria como
la causa raíz del problema de Boko
Haram (Lucky, E., y Ojochemeni, J.,
2015). La problemática se remonta a
las políticas educativas que implantó
el Imperio británico en época colonial,
especialmente en el norte de
Nigeria, que tenían como cometido
evangelizar la región. Esto provocó
frustraciones entre la población local,
hausa-fulani, hacia los colonizadores,
sus sacerdotes y hacia aquellos que
se convirtieron al cristianismo.
De esta forma, el colonialismo cristalizó
en una cultura de militarismo en
Nigeria que se apoyó de las divisiones
sociales: étnicas, culturales y religiosas.
Estas divisiones se podían observar
geográficamente, y así aparecieron
grupos como Boko Haram en la
actualidad, que son consecuencia de
la traslación a comportamientos violentos
o terroristas de estas divisiones
sociales. Se puede considerar que las
medidas introducidas por el colonialismo
británico tuvieron un impacto
sociocultural o un shock de la modernización
que da lugar a los cliveages
o conflictos de época moderna (Loimeier,
R., 2012). Estos cliveages se
materializaron completamente con
el nacimiento de movimientos políticos
que representaban esas grietas
o fallas sociales y económicas en el
norte de Nigeria y Boko Haram comprendería
un fenómeno inmerso en el
contexto de fractura sociopolítica de
la región. Sin embargo, el lema utilizado
por Boko Haram basado en la
educación occidental también define
a un grupo supremacista religioso y
cultural que culpa a la intromisión de
valores occidentales de la corrupción
y decadencia de la región.
De esta forma, al igual que nos acercamos
al pasado colonial del norte
de Nigeria y sus consecuencias, al
retrotraernos un par de siglos atrás
comprendemos figuras históricas y
estructuras políticas que en la actualidad
sirven de símbolos para la población
local y Boko Haram, puesto que si
los líderes de Boko Haram hacen alusión
a una decadencia del norte de
Nigeria es porque en otros momentos
históricos hubo etapas de esplendor
económico, religioso y territorial
en dicha área.
Una de las figuras históricas importantes
en la región es el califato de
Sokoto, en pie desde 1809 hasta principios
de siglo xx, aproximadamente.
Este califato tiene sede en el norte de
Nigeria, pero obtiene una expansión
territorial enorme durante la yihad de
la etnia fulani, los líderes del califato.
Hablamos de un ente que se convierte
en el más poderoso de África occidental
y donde la sharía estaba vigente
y arraigada. Además, el líder del
califato de Sokoto, Shaihu Usman dan
Fodio, se ha convertido en la actualidad
en un símbolo o líder espiritual
en el norte de Nigeria, que refuerza la
posición antioccidental y religiosa. A
su vez, el califato de Sokoto convivió
con el Imperio Kanem-Bornu, nacido
en 1240, liderado por la etnia kanuri
y que agrupaba a 12 millones de
personas. La realidad de este imperio
con sede en Borno es que fue forzado
por los británicos a perder posesiones
territoriales y, a modo de resistencia
anticolonial, se unieron con el califato
de Sokoto, lo que los llevó a una radicalización
islamista que no tenían en
un principio.
De esta forma, tanto los fulanis como
otros miembros de la comunidad del
norte de Nigeria mantienen en la memoria
colectiva la grandeza del califato
de Sokoto por su carácter islámico
y étnico, lo que da lugar a una identidad
colectiva superior a la identidad
Soldados Nigerianos sosteniendo una bandera de Boko Haram en la recientemente retomada
ciudad de Damasak, Nigeria. Marzo 2015. REUTERS