con las pistolas). En respuesta, la infantería
se vio obligada a combinar
más estrechamente infantería pesada
(piqueros) y ligera (mosqueteros)
en cada formación.
La infantería careció de una versatilidad
equivalente hasta la invención de
la bayoneta de codo, que fusionó la
infantería pesada y la infantería ligera
en un único sistema de armas. El
esquema básico interarmas quedó así
reducido a una simple relación: gran
capacidad de defensa de la infantería
(combatiendo fundamentalmente con
las armas de la infantería ligera, aunque
con las tácticas tradicionales de
la infantería pesada) frente a la caballería
(combatiendo fundamentalmente
con las armas y las tácticas de la
caballería pesada pero manteniendo
una mayor dependencia de las formaciones
de orden cerrado). Esta situación,
que impedía realizar una maniobra
decisiva en una batalla general,
explica en parte la mayor trascendencia
y cantidad de los asedios en esta
época.
UNA SÍNTESIS PECULIAR DE
CORTA DURACIÓN
Esta reducción de los cuatro sistemas
de armas básicos a solo dos,
con la correspondiente disminución
de posibles combinaciones, se vio
compensada por la expansión de la
artillería. Pero esta arma tendría que
esperar el desarrollo de piezas más ligeras
y fiables para ocupar un puesto
en el esquema de armas combinadas.
Una artillería ligera a caballo (con una
movilidad algo superior a la infantería),
junto a la integración de las tácticas
de infantería ligera en el marco
de la batalla general, entablada principalmente
por una infantería de línea
que empleaba las tácticas tradicionales
de la infantería pesada (esto es, en
formaciones de orden cerrado), restauró
el esquema básico de los cuatro
sistemas de armas, con unas relaciones
tácticas muy parecidas (ocupando
la artillería a caballo el lugar de la
caballería ligera).
Los nuevos fusiles salidos de la Revolución
Industrial (que por primera vez
en la historia permitían apuntar con
alguna precisión) rompieron de nuevo
el equilibrio, a mediados del siglo xix,
en favor de una infantería que a partir
de entonces ya solo utilizará las tácticas
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de la infantería ligera. A su lado,
la caballería perderá todo valor táctico
y quedará relegada a un papel estratégico
de reconocimiento y seguridad
(pues continúa conservando su superior
movilidad). La artillería (que todavía
emplea el fuego directo) también
será muy vulnerable frente a la infantería.
El esquema de armas «combinadas
» quedará reducido a la mínima
expresión: infantería con gran capacidad
para defenderse de la infantería.
Las victorias de esta época, logradas
solo en los ámbitos operacional y estratégico
(durante las guerras de unificación
alemana), enmascararon el
estancamiento táctico que esta situación
producía.
SÍNTESIS DEL COMBATE
MODERNO
La revolución tecnológica de la artillería
a finales del siglo xix (producida
por el cañón «de carga rápida» y,
poco después, por el cañón «de fuego
rápido») inició la restauración del esquema
básico de armas combinadas.
Las granadas lanzadas por la artillería
convertían la superficie terrestre en
un lugar demasiado peligroso para la
infantería, lo que obligó a esta última a
buscar refugio bajo tierra. El hecho de
que el arma más decisiva en el combate
fuera la que dispusiera de menor
movilidad no hizo más que llevar el
¿Amenaza el helicóptero la síntesis actual?
estancamiento táctico a nuevas profundidades.
No obstante, el esquema
de armas combinadas adquirió cierta
complejidad: artillería con gran capacidad
ofensiva y defensiva contra la infantería.
Esta situación estimuló el desarrollo
de las tácticas de infiltración
alemanas y una auténtica revolución
táctica de la artillería, que empleaba
el fuego indirecto.
El desarrollo del carro de combate y la
aviación estaba destinado a restaurar
definitivamente el antiguo esquema
de armas combinadas y darle su configuración
definitiva (y más completa)
de la actualidad. En efecto, el carro de
combate vino a ocupar el puesto de la
antigua caballería pesada y la aviación
táctica el papel de la caballería ligera.
Para hacer frente a estos sistemas de
armas se desarrollaron las armas contracarro
y antiaéreas, eminentemente
defensivas, que vinieron a sustituir en
ese esquema a la infantería pesada y
a la infantería ligera, respectivamente.
Pero estos costosos sistemas de armas
deben actuar todavía en el marco
de unas fuerzas terrestres cuyos
gruesos están compuestos por las armas
clásicas: artillería de campaña e
infantería a pie. Estos dos sistemas de
armas son muy vulnerables a los carros
y a la aviación aunque, a su vez,
disponen de gran capacidad ofensiva
contra las armas contracarro y antiaéreas,
lo que obliga a una cooperación
muy estrecha entre todas ellas.