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declarando a extinguir, entre otros, el
Cuerpo de Oficinas Militares, creándose
una escala especial de Oficinas,
que apenas si llegó a contar con un
solo miembro entre sus filas. Como resultado
de la mencionada ley, dejan de
publicarse las convocatorias para que
los suboficiales opositen al Cuerpo de
Oficinas Militares (la última fue convocada
en el año 1975), que de esta
forma queda clausurado en cuanto a
sus escalafones de nuevo ingreso. La
ley 17/1989, de 19 de julio, mantiene
esta misma situación de «a extinguir»,
con lo que los huecos que el personal
de Oficinas va dejando en sus lugares
de destino se van haciendo notoriamente
perceptibles, incrementados
por los pases, a veces masivos, a la
nueva situación de reserva transitoria
y los producidos por el pase a la reserva
activa por el cronos inexorable de la
edad. Y es así como, poco a poco, van
desapareciendo de nuestros centros
y organismos militares estos dignos y
laboriosos compañeros que ostentan
en su emblema la pluma y la espada
que los distingue, hasta llegar al mes
de octubre del año 2004, en el que el
último de sus archiveros cesa en actividad
por su pase a la situación de
reserva, con lo que el Cuerpo de Oficinas
Militares «cierra cartera» definitiva
en cuanto a la prestación de sus
inestimables servicios a España desde
las nobles filas de su Ejército.
CONCLUSIÓN
Y aquí concluyo esta crónica emocionada.
Han sido 118 años de servicios
a España los prestados por el Cuerpo
de Oficinas Militares (135 de antigüedad
hasta este año 2021), servicios que
bien merecen el modesto homenaje de
estas líneas mal hilvanadas. Archiveros
prestigiosos, escribientes distinguidos,
custodios leales de las hojas
de servicio y de los expedientes personales
de nuestro Ejército, celosos cumplidores
del secreto profesional. Nunca
hicieron en su dilatado quehacer el menor
comentario, a tenor de los importantes
documentos a ellos encomendados.
Situados junto al mando, ya
llevase faja roja o azul, se caracterizaron
por ser unos subordinados leales y respetuosos,
siempre en la penumbra, silentes,
procurando pasar inadvertidos;
los componentes de este Cuerpo centenario
hicieron de la discreción virtud
y del sigilo profesional su religión. Por
sus manos, y por sus plumas, puede
decirse que ha pasado la mayor parte
de la historiografía militar y archivística
de la España de los siglos xix y xx. Por
ello, tengo la absoluta certeza de que
este Ejército al que han servido durante
más de un siglo los va echar mucho de
menos, pues el vacío que han dejado en
los distintos organismos va a ser difícilmente
sustituible. Y aun entendiendo
que la informática y las nuevas tecnologías
han reducido en forma exponencial
la labor burocrático-administrativa,
nunca podrán eclipsar la magnífica labor
y el calor humano puesto de manifiesto
por estos dignos compañeros
en su quehacer diario. En suma y como
colofón, quiero expresar a los componentes
del citado Cuerpo que ya no están
con nosotros, así como a los que en
la actualidad se encuentran en la situación
de retirados, pero siguen llevando
en su corazón la pluma y la espada de
su emblema, el testimonio sincero de
mi reconocimiento y gratitud con un
fuerte y cariñoso abrazo.
NOTAS
1. Aunque el Decreto de 16 de octubre
de 1941 suprime por omisión
los empleos de coronel y teniente
coronel de Oficinas Militares,
mantiene, sin embargo, las expectativas
de ascenso a estos empleos
superiores, a los pertenecientes al
antiguo Cuerpo de Oficinas ingresados
en el mismo con antigüedad
anterior al decreto de referencia;
por lo que en los escalafones del
Cuerpo de Oficinas Militares figurarán
durante muchos años tenientes
coroneles y coroneles en actividad,
a los que hemos llegado a
conocer muchos de nosotros. Todavía
en 1961 (ver recuadro), por
Orden Circular de 31 de mayo de
ese año, firmada por el ministro, teniente
general Barroso, y publicada
en el Diario Oficial n.º 125, se anuncia
una vacante de coronel de Oficinas
Militares en el Archivo General
de Segovia (supongo que para
director, aunque en la orden no se
especifica).■