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riedad, aunque alguno de ellos sí alcanzase gran virulencia como el de la
toma del Lobo por los republicanos en agosto de 1936, o los combates de
las nieblas; y merecen especial mención los durísimos combates librados
en la toma de La Serna -una pequeña sierra situada junto al santuario del
Pueyo-, y la reconquista de ésta por los franquistas a las pocas horas de
haberla perdido y en una noche de esas terribles, en medio de una enorme
tormenta, un asalto capitaneado por el famoso capitán del ejército sublevado,
Santapau, quien sería recompensado por esa acción con un ascenso,
así, a partir de entonces anduvo estampillado con la estrella de ocho puntas
de comandante. Sangrientos combates en los que también perderían la
vida muchos soldados de ambos bandos, resaltaré la muerte de los capitanes
republicanos Marchirant y Jubert, y de la miliciana Carmen Crespo
«la francesita» (compañera sentimental del capitán Jubert, entonces comandante
jefe de las tropas republicanas en el Sector de Lécera-Belchite),
la muerte de este carismático capitán fue muy transcendente, tanto como
para que la unidad miliciana conocida como Columna Ortiz pasase a denominarse
División Jubert.
Retomando la famosa «Batalla de Belchite», algo de lo más sorprendente
es que casi todos los autores, civiles o militares, que escriben sobre
la misma se limitan a realizar artículos que poco o nada nuevo aportan
sobre la batalla, suelen ser lo que popularmente se conoce como refritos,
ya que dichas publicaciones se limitan a utilizar el material publicado antes
por otros autores, sin molestarse en contrastar datos para actualizar la
información y por ello comenten los mismos errores e imprecisiones que
cometieron los autores de los que copiaron. En honor a la verdad hay que
decir que algunos han añadido algún nuevo detalle, aunque a la vista de
sus publicaciones se constata lo poco que han investigado en los archivos
y evidencian que casi ninguno ha visitado el terreno, y menos aún, se lo ha
pateado.
Incluso Martínez Bande, que en su muy interesante libro «La gran
ofensiva sobre Zaragoza» le dedica a esta batalla más de la mitad de
las páginas, deja patente su desconocimiento sobre las construcciones
defensivas belchitanas por las escasas referencias que aporta sobre las
mismas.
En los muchos años de en mi investigación sobre esta batalla y tras consultar
multitud de libros y documentos, no había conseguido hallar información
documental sólida sobre el cinturón defensivo belchitano, aunque sí alcanzar
un alto grado de familiarización con el entorno. Pero cumpliéndose el dicho
popular de que «todo esfuerzo tiene recompensa», me vi recompensado desde
el momento que cayó en mis manos el libro titulado Defensa anti-tanque,
Revista de Historia Militar, 130 (2021), pp. 266-272. ISSN: 0482-5748