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Los años siguientes vendrían marcados
por el juego de alianzas, moderado
por un sistema de congresos periódicos:
en primer lugar, la Cuádruple
Alianza, formada por las potencias
vencedoras, y poco después la Sagrada
Alianza, con los reinos del este,
Prusia, Austria y Rusia, que marcaba
la diferencia con la primera con base
en el concepto de «legitimidad» monárquica,
fundamental para ellos. Sería
esta alianza, en 1823, con Francia
ya miembro de hecho, la que enviaría
a España, a petición de Fernando VII,
a los famosos cien mil hijos de San
Luis, algo que no fue especialmente
bueno para la salud del general Riego.
La situación, entre sustos y sofocos
provocados generalmente por las
cuestiones balcánicas, aguantó aceptablemente
hasta 1854, año en el que
estalló la desafortunada guerra de
Crimea1, conflicto que, aparte de dar
posteriormente ocasión a Errol Flynn
para lucirse en una inolvidable película
hollywoodense, provocó innumerables
muertes y un enorme sufrimiento.
Para el zar, el resultado geopolítico fue
la pérdida de territorios y el aumento
de su desconfianza hacia las potencias
occidentales, particularmente hacia
Austria, antes casi de la familia. Crimea
y desconfianza, como hoy, pero sobre
todo la constatación de que el sistema
de alianzas había caducado. Europa
entraba en una nueva fase.
Los años siguientes verían a un Napoleón
aún más crecido y por ello, con
la aparición de Camilo de Cavour en
Italia, se lanzaría a apoyar al reino de
Piamonte y los Saboyas para expulsar
a los austríacos de la mayor parte del
país. Magenta y especialmente Solferino
—por sus connotaciones con
el Instituto Internacional de la Cruz
Roja— marcarían ese periodo y el imparable
impulso del marido de Eugenia
de Montijo hacia el desastre. A
este movimiento seguiría en 1864 la
confrontación de Prusia y Viena contra
Dinamarca, que resultaría en la adquisición
de unos viejos condados en
la península de Jutlandia, de estirpe
germánica pero herencia familiar de la
corona danesa, que ahora pasaban a
ser de Austria. Se trata del actual lander
Schleswig-Holstein, que negó la
extradición de «nuestro» Puigdemont
al inicio de su particular vodevil por
Europa. Pero eso es otra historia. William Pitt (el Joven). Obra de John Hoppner