Continuó en dicha posición hasta el
día 10 de junio, cuando regresó a Melilla,
al Hospital Santiago. Esta vez la
providencia amparó al comandante
Vigil y le libró de los terribles sucesos
que se vivieron el día 22 de julio y sucesivos,
pues, de haber seguido en
Dar Drius, le hubiese tocado ser testigo
directo de la tragedia de Annual y,
en el mejor de los casos, hubiera tenido
que formar parte de la columna
de retirada del general Navarro, sufrir
las acciones del enemigo en Tistutín,
Batel y Monte Arruit, y, en aquella posición,
haber muerto o quedado prisionero
de Abd el-Krim.
Con fecha 1 de enero de 1923, pasó
a la situación de reserva, quedando
afecto a la 2.ª Comandancia de
Tropas de Sanidad Militar, fijando
su residencia en San Fernando
(Cádiz) y asignándosele un sueldo
mensual de seiscientas pesetas. En
1926 pasó a la situación de retiro y
falleció de un ataque de uremia el
7 de febrero de 1934, en Cádiz. Sus
restos fueron trasladados a la
entonces iglesia de la Almudena
de Madrid el día 15 de junio
de 1945 y, después, al Pabellón
de los Héroes de Cuba y
Filipinas, construido en la misma
iglesia.
Pese a la propuesta que efectuó
el teniente Martín Cerezo
en su informe sobre lo sucedido
en Baler, no se le concedió al
señor Vigil la Cruz Laureada de
San Fernando. Tuvieron que pasar
los años para que, por Decreto
de 12 de mayo de 1954,
se le otorgase a su viuda, doña
Purificación Alonso Ruiz, una
pensión de diez mil pesetas
anuales con carácter retroactivo.
El 27 de junio de 1980 se inauguró
el hospital militar de Sevilla
que lleva su nombre, en sustitución
del antiguo Hospital Militar
Queipo de Llano. Con este acto,
el Ejército quiso reconocer los
méritos de tan señalado médico
militar, que estuvo muy apegado
a Sevilla, ciudad en la que viven
algunos de sus descendientes.
La Capitanía General de la
2.ª Región Militar editó para ese
acto un folleto redactado por el
ya difunto coronel don Enrique de la
Vega Viguera, en el que, como semblanza
66 / Revista Ejército n.º 972 • abril 2022
de Vigil, señala: «Como médico,
era un buen lógico, hombre de
premisas y conclusiones. Como buen
militar, un metódico, admirador de la
disciplina y el orden. Como andaluz,
mantuvo siempre su idiosincrasia y
gracejo para hacer más llevadera la
lucha». En 1998, y con motivo de la
celebración del centenario de la guerra
de Filipinas, el hospital militar citado
colocó un busto del médico en
sus instalaciones.
Valgan estas letras como recuerdo
en gratitud a un hombre que lo dio
todo por sus semejantes y luchó por
su patria hasta el límite. En estos momentos
en los que la historia de España
se olvida con facilidad, no quiero
dejar de recordar un párrafo de la
novela morisca anónima Historia del
Abencerraje y de la hermosa Jarifa,
que está incluida en el inventario de
Antonio de Villegas y se imprimió en
el año 1565:
... sino que nuestra España tiene en
tan poco el esfuerzo, por serle tan natural
y ordinario, que le parece que
cuanto se puede hacer es poco; no
como aquellos romanos y griegos,
que al hombre que se aventuraba a
morir una vez en toda su vida lo hacían
en sus escritos inmortal y lo trasladaban
a las estrellas.
BIBLIOGRAFÍA
- Hoja de servicios del comandante
don Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro.
Archivo General Militar de Segovia.
- Leiva, Miguel y López de la Asunción,
Miguel Ángel (2016). Los últimos
de Filipinas (2.ª edición). Editorial
ACTAS, pp. 262-265.
- Folleto editado en 1980 por la Capitanía
General de la 2.ª Región Militar
con motivo de la inauguración
del nuevo Hospital Militar Vigil de
Quiñones, redactado por el coronel
de artillería don Enrique de la Vega
Viguera.■
Documento de pase a la reserva del comandante médico Vigíl de Quiñones