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también lo usaba la población civil y
era, además, un centro de formación
universitaria—, está realizando una
campaña de recogida de firmas y de
publicación de artículos en la prensa
local para que continúe con el nombre
de Vigil de Quiñones.
¿Pero quién era este personaje? Entre
las fuerzas que se desplazaron a Baler
(Filipinas) el 7 de febrero de 1898
para guarnecer el destacamento, se
encontraba el médico provisional don
Rogelio Vigil de Quiñones, que tenía
la misión de establecer una enfermería
y ofrecer asistencia sanitaria a las
tropas.
Había nacido el 1 de enero de 1862
en Marbella (Málaga) y era hijo, nieto
y biznieto de militares. Su padre había
combatido en las guerras carlistas y
de África con el grado de comandante,
y su hermano Francisco, médico
militar de primera (capitán médico),
había muerto de fiebre amarilla en
Cuba. Vigil de Quiñones se había licenciado
en Medicina y Cirugía en
Granada en el año 1886 y tenía treinta
y seis años cuando llegó a Manila. Su
experiencia militar se reducía a quince
días en el hospital de Malate y fue
destinado posteriormente a Baler, a la
misión señalada.
Su comportamiento médico durante
el asedio fue ejemplar. Su capacidad
de trabajo y su entrega profesional
fueron los aspectos más señalados
por la guarnición a la que tuvo que
atender, teniendo en cuenta que el
asedio fue muy penoso para los sitiados,
quienes sufrieron bajas por heridas
de bala y por enfermedades como
la disentería y el beriberi. Pese a padecer
esta enfermedad y haber sido
herido de bala, nunca dejó de atender
a los enfermos, aunque a veces tuviera
que hacerlo trasladado en un sillón,
pues tenía grandes dolores y problemas.
Participó también en las acciones militares:
no dudaba en ofrecerse para
realizar las guardias nocturnas y sobresalió
por su valor y personalidad en
todo momento. El 13 de octubre fue
herido de bala en un riñón y él mismo
se operó frente a un espejo. A primeros
de diciembre, ya muy grave, le pidió
al teniente Martín Cerezo —jefe
del destacamento— que hiciera una
salida y consiguiera hierbas frescas,
pues presumía que aliviarían la enfermedad
del beriberi. El 20 de abril
de 1899 repelió a tiros a un grupo de
enemigos que intentaban penetrar en
la iglesia donde se guarnecían e incendiarla,
aun corriendo gran riesgo
su vida. Su acción fue calificada por
el teniente Cerezo como una gran hazaña.
Una vez terminado el asedio el 2 de
junio de 1899, aún habría de sufrir
penalidades en el camino a Manila,
como el ataque personal que tuvieron
que aguantar el día 11 de dicho mes
antes de llegar a Bongabon —posiblemente,
para robar y matar al teniente
Martín Cerezo—, donde encontraron
al médico Vigil tendido y amarrado en
el suelo de una habitación. El 29 de julio
partió para España con el resto de
los supervivientes. Llegaron a Barcelona
el 1 de septiembre.
En el Diario Oficial n.º 195 apareció
una real orden por la que eran
reconocidos los méritos del conjunto
del destacamento y se ordenaba que se
abriese «un juicio contradictorio en la
Capitanía General de Castilla la Nueva
para poder acordar la concesión de la
Real y Militar Orden de San Fernando a
los que se hubiesen hecho acreedores
según su reglamento», entre los que
se encontraba Vigil.
El 18 de septiembre es destinado al
2.º Batallón del Regimiento de Infantería
Soria n.º 9, de guarnición en Sevilla.
Por Real Orden del día 28, se le
concede la Cruz de 1.ª clase de M.ª
Cristina «en recompensa a sus heroicos
servicios y al heroico comportamiento
observado hasta el 7 de
agosto, día en que fue rechazado el
enemigo y puesto en precipitada fuga
al intentar asaltar y quemar la iglesia
». Por otra soberana disposición
Monumento a Los héroes de Baler en el barrio de Chamberí