de los servicios gubernamentales. De
esta forma, son un recurso esencial
para las nuevas empresas, así como
para las pequeñas y medianas, en el
desarrollo de nuevos productos y servicios
(Fonfría y Duch-Brown, 2021).
La importancia de los datos generados
mediante las tecnologías digitales
y transferidos a través de internet
ha ido creciendo exponencialmente
en los últimos años1. Como consecuencia
de ello, muchas actividades
se basan cada vez más en los datos, lo
que los dota no solo de una dimensión
geoeconómica, sino también geopolítica.
De hecho, la competencia estratégica
entre potencias mundiales
también se produce para acceder a
ellos y potenciarlos. En conjunción
con capacidades de inteligencia artificial
(IA), se espera que los datos
puedan transformarse en inteligencia,
conocimiento e información digital, lo
que hará más frecuente su uso en el
dominio público, en actividades relacionadas
con la información, en procesos
de toma de decisiones o en las
operaciones militares.
Así, las amenazas convencionales de
las actividades bélicas ya no son la
única preocupación de la industria
de la defensa. Los avances en el campo
de la tecnología de la información
y la actualización de las armas existentes
con sistemas de inteligencia,
vigilancia y reconocimiento, junto con
el aumento del volumen de los sistemas
94 / Revista Ejército n.º 972 • abril 2022
de recopilación de datos clasificados,
han hecho necesario el uso
de soluciones de ciberseguridad fiables
y mejoradas para la industria de
la defensa. Por ello, las inversiones en
las operaciones de ciberseguridad y
la creciente dependencia de internet
para la gestión de los sistemas de armas
siguen siendo los principales impulsores
del crecimiento del mercado
de la ciberseguridad en el ámbito militar
en un número creciente de países
(Sharma, 2020).
Más aún, en términos geopolíticos, el
acceso a los datos afecta a la capacidad
de los países de proyectar poder
duro y poder blando, y contribuye a
reforzar su poder político y militar. En
primer lugar, cabe señalar que los datos
son un recurso que desarrolla el
«poder de información» del Estado. La
información siempre ha sido, es y será
un atributo y un instrumento que contribuye
al poder del Estado, proyectado
tanto hacia el interior como hacia
el exterior, con consecuencias geopolíticas,
lo que explica que la competencia
se produzca a escala mundial.
A ello es necesario unir la inteligencia
que se puede obtener de dichos datos
—como se ha mencionado—, aspecto
crucial y particularmente sensible
cuando se trata de ciberataques a Gobiernos
o empresas de defensa.
En este sentido, la necesidad de protegerse
de estos riesgos trasciende el
hecho de los ciberataques y se coloca
en la vanguardia de las capacidades
industriales, geopolíticas y geoeconómicas
de los países. La seguridad
del eslabón más débil —weakest link—
es la seguridad del conjunto de la cadena,
lo cual pone de manifiesto la
necesidad de hacer inversiones que
aumenten la seguridad del conjunto
del sistema.
Hace unos años, la OTAN se centró
en la importancia de los datos de carácter
militar, reconociendo las técnicas
de big data y el análisis avanzado
de datos como una de las prioridades
para adaptar la Alianza a los desafíos
del mundo digital. Estas permiten
pronosticar, apoyar la toma de decisiones
en tiempo real y distinguir la
importancia de los indicadores avanzados
de éxito o de crisis. Muchos Estados
miembros ya han realizado importantes
inversiones en ello, lo cual
es un beneficio para el conjunto de la
Alianza al integrar dichas técnicas en
operaciones (OTAN, 2020).
LA INDUSTRIA DE DEFENSA:
CIBERDEMANDA Y
CIBEROFERTA
El diseño de los sistemas de información
se caracteriza por un equilibrio