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La teoría dice que un Estado tiene derecho a decidir
su propio destino y a escoger a sus socios o alianzas, y
también es así en el caso de Ucrania
La situación, ya como Estado independiente,
se soluciona con un tratado de
amistad con Rusia en el que, entre
otras cosas, se llevan a cabo transferencias
de cabezas nucleares y propulsores,
y también se acuerda la situación
de la flota rusa y el pago por el
uso de las instalaciones. Todo se hace
en un ambiente de buena relación y en
medio de un creciente deterioro de la
situación económica de Ucrania, especialmente
debido a la corrupción
reinante, que llevará en 2004 a la elección
de Víktor Yúshenko4, líder de la
conocida como Revolución Naranja,
que tenía como objetivos declarados
la regeneración de la política ucraniana
y el alejamiento político de la federación
rusa para acercarse a Occidente,
tanto políticamente, la Unión
Europea, como militarmente, la OTAN.
Fue una catástrofe para una Rusia ya
liderada por Vladimir Putin.
Moscú, desde antes de la llegada de
los Romanov al trono de los zares, ha
buscado y mantenido dos claras estrategias:
una doble zona colchón en
el lejano este y en Europa central, y
la salida al mar por el Báltico, donde
Pedro el Grande construiría su gran
ciudad y puerto, y por el mar Negro
—pronto también por la ruta ártica
gracias al cambio climático y los súper
rompehielos nucleares—. Hoy,
con el avance de la OTAN hacia el
este, y antes, con la pérdida de la Sebastopol
del príncipe Potemkin, se ve
amenazada y trata de reaccionar.
Vladimir Putin puede parecerles a algunos
un nacionalista nostálgico del
gran imperio soviético, pero también
es consciente de sus capacidades,
bastante más limitadas de lo que algunos
nos quieren hacer creer, de ahí
en parte su asociación en muchas
áreas con la China de Xi Jinping, aunque
sea plenamente consciente del
gran peligro que conlleva. Pero, ante
todo, también lo es del significado de
su propia figura política en la Rusia de
hoy y en lo que será en el futuro. Putin
no quiere ser, para la historia, el hombre
que dejó periclitar a Rusia como
potencia global, y para ello es absolutamente
fundamental que mantenga
la salida al Mediterráneo para su flota.
Defenderá Crimea a toda costa.
La teoría dice que un Estado tiene derecho
a decidir su propio destino y a
escoger a sus socios o alianzas, y también
es así en el caso de Ucrania, aunque
en este momento no pertenezca a
ninguna alianza defensiva y, por otra
parte, el sistema de seguridad colectiva
que representa Naciones Unidas
pueda parecer algo muy lejano y débil.
La inviolabilidad de las propias fronteras
también es un derecho aceptado
en el campo internacional, pero en
la propia Europa se aceptó sin pestañear,
primero, el desmembramiento
de la antigua Yugoslavia y, más tarde,
la amputación de Kosovo, solar y cuna
de Serbia, de su tierra madre.
Es más que probable que Putin tenga
todo esto presente, así como su capacidad
para mantener la ambigüedad
de Estados como Osetia del Sur
o Transnistria, algo que de nuevo está
poniendo en práctica con Donetsk y
Lugansk, las dos regiones separatistas
de Ucrania, de mayoría rusófona,
ahora reconocidas por Rusia como
Estados independientes. Pero nadie
debe engañarse: estas acciones unilaterales
por parte de Putin rompen
por completo el sistema de seguridad
de Naciones Unidas y abren una senda
de inestabilidad para Europa como
no se contemplaba desde la caída del
Muro de Berlín. Es probable que con
la invasión rusa de Ucrania estemos
entrando en una nueva fase histórica.
NOTAS
1. En 1852 había llegado al poder
en Francia Napoleón III tras dirigir
la república a partir de 1848
como primer ministro y mediante
un oportuno golpe de Estado. Muy
crecido en lo nacional con los éxitos
de su Gobierno, también buscaba
el reconocimiento internacional y
su ego le llevó a lograr del sultán el
título de protector de los fieles cristianos.
Este título, aparentemente
nimio, y la posterior lucha de egos
acabarían en un sangriento asedio
en Sebastopol y la pérdida de territorios
por el lado ruso. Detrás, en
realidad, estaban los intereses marítimos
de S. M. británica.
2. Los ucranianos, cuyas llanuras estaban
repartidas entre el Imperio
austrohúngaro y Rusia, combatieron
en ambos bandos, algo que la
parte bolchevique nunca olvidaría y
que usaría para justificar posteriores
represiones.
3. Tan pronto como llega 1991, año
de la independencia ucraniana,
Crimea ya expresa mediante referéndum
su relación con Ucrania.
También las regiones del Dombás.
4. Un liderazgo que no respondería a
las expectativas creadas y que dejaría
el país en un estado lamentable.
BIBLIOGRAFÍA
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