poderoso parezca haber realizado su
planeamiento sin considerar la hipótesis
más peligrosa; es decir, la defensa
de Ucrania por su población, y en confundir
la hipótesis más anhelada con
más probable. Pero lo cierto es que
hacía meses que grupos de saboteadores
rusos —algunos descubiertos e
inmediatamente pasados por las armas—
estaban infiltrados en determinados
lugares de Ucrania desde hacía
meses; lo que significa que el planeamiento
no debió dejarse al azar ni a última
hora: simplemente fue calamitoso.
¿Será esta cadena de fallos, junto con
el acrisolado valor mostrado por los
ucranianos, suficiente para detener
el poderío de las fuerzas rusas? Eso,
impensable al principio, nadie lo sabe
a día de hoy; pero lo que ahora resulta
fundamental es ganar tiempo para
que el apoyo exterior a Ucrania siga
materializandose en una resistencia
eficaz que vaya desgastando al invasor.
De nuevo Clausewitz nos recuerda
que «toda pérdida de tiempo va en
menoscabo de la potencialidad». Por
eso, puesto que Occidente no interviene
militarmente, es necesario seguir
proporcionando a los ucranianos
más misiles antiaéreos y armas
contracarro, drones, material sanitario,
equipos de transmisiones seguros
y, por supuesto, toda la inteligencia
obtenida vía satélite o a través de
medios de escucha o cualquier otro
para localizar y destruir a las fuerzas
de invasión. Si no se sigue dotando a
la nación agredida de medios de defensa,
20 / Revista Ejército n.º 972 • abril 2022
es probable que Putin acabe
por doblegarla; pero si los ucranianos
disponen de armas y no desfallecen,
va a ser difícil para Putin enfrentar
la creciente llegada de ataúdes cargando
jóvenes cuerpos de soldados
mandados a morir por quien parece
querer la figura de nuevo zar de todas
las Rusias. De hecho, existen noticias
de que muchos cadáveres de soldados
rusos son abandonados por sus
compañeros, y no siempre porque su
recuperación resulte imposible, sino
también, y sobre todo, para tratar de
ganar la guerra de la desinformación
en que anda sumido al país a base de
una estricta censura y noticias falsas.
Pero también en esto el tiempo corre
en su contra.
Si Ucrania resiste y la guerra se alarga,
está por ver si a Putin le importan tan
poco las vidas de sus soldados como
a Stalin la de los suyos durante la Segunda
Guerra Mundial. La dinámica
totalitaria de poner unos supuestos
derechos colectivos sobre los individuales
—heredada de aquellos tiempos—
así como la obsesión de revivir
el Imperio ruso, ya sea en sus variantes
zarista o soviética, le impelen a
obrar con extrema frialdad; según el
doctor Rojas Marcos, en la forma en
que lo hacen los sicópatas; o, lo que
es lo mismo, de manera amoral, narcisista,
despiadada y apoyándose en
unas razones que jamás aceptaría de
otros.
Es por eso que cada vez que su doctrina
Gerasimov no le da para más, no
tiene escrúpulos en utilizar la «doctrina
Grozni», lo que costó la vida a
25 000 de sus pobladores, y en destruir
las ciudades hasta los cimientos.
Como ya se vio en Siria o en Chechenia,
si sus tropas no son capaces de
tomar las ciudades, se limita a arrasarlas
a distancia con su artillería y
aviación, pues a juzgar por las declaraciones
de prisioneros y desertores,
no parece que el grueso de sus unidades
de maniobra tenga la suficiente
preparación táctica ni moral de combate
para vencer en enfrentamientos
urbanos en los que el terreno se disputa
casa por casa. De hecho, detrás
del recurso a las tropas chechenas y a
mercenarios sirios «especializados»,
además de un arma propagandística,
se adivina una debilidad, cual es
falta de preparación entre sus tropas
de línea; pues un ejército con medios
tan potentes como el ruso, no debería
tener que recurrir a importar nuevos
combatientes.
Esta incapacidad de las unidades de
maniobra, produce efectos contradictorios.
Por una parte facilita la defensa
militar ucraniana, pero por otra, puesto
que se confía la destrucción de las
fuerzas defensivas a la aviación y a
la artillería —sea cañón o misil— aumenta
el número de bajas civiles; tanto
más cuanto que el agotamiento de
armas de precisión, así como la peligrosidad
de vuelos a baja altura por el
Disparo de misil antitanque Javelin