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de países aliados. Un paso en este
sentido ha sido el dado por china en
2002 a fin de alejarse de las empresas
estadounidenses que dominan las telecomunicaciones
y las redes mundiales.
Por su parte, Rusia está obligando
a todos los proveedores de servicios
de red a almacenar datos en el país.
Con independencia de estos magníficos
artículos, conviene tratar algunos
aspectos importantes del ciberespacio
como nuevo dominio no solo del
enfrentamiento bélico, sino también
de la confrontación geopolítica. No
parece haber duda de que puede ocurrir
una ciberguerra, ya sea con grupos
criminales y grupos rebeldes que han
demostrado su capacidad de actuación
en el ciberespacio mediante un
conjunto de ciberataques a diferentes
países desde el exterior, ya sea con actores
estatales que han lanzado también
ciberataques contra sus rivales.
Es un hecho objetivo que, conforme
se avanza en el campo de la tecnología,
se consigue un mayor poder.
En el momento actual y en un futuro
previsible, las grandes potencias pretenden
apoderarse del ciberespacio
mediante actuaciones directas o encubiertas
encaminadas a conseguir
un ciberpoder que les permita ejercer
su dominio sobre determinados espacios
físicos y no físicos en función de
sus intereses nacionales.
El ciberespacio es transversal al resto
de los ámbitos operativos, por lo
que todo lo que en él ocurre tiene una
enorme repercusión en ellos. Otra de
sus singularidades es la opacidad. A
diferencia de los demás ámbitos, en el
ciberespacio se desconocen las capacidades
del adversario y no hay indicadores
claros que permitan anticipar
sus intenciones. Todo ello imposibilita
un adecuado conocimiento de la situación
y la necesaria alerta temprana.
Durante muchos años, una de las condiciones
más importantes para iniciar
cualquier operación militar era disponer
de superioridad en las fuerzas aéreas,
ya que era un requisito imprescindible
para conseguir el éxito. Hoy
en día, la condición clave para comenzar
cualquier operación militar y lograr
el triunfo consiste en disponer de superioridad
en el ciberespacio. Por supuesto,
las operaciones cibernéticas
obtendrán sus mejores resultados
cuando se integren con las realizadas
en los demás entornos operativos.
De hecho, el nuevo modelo de «operaciones
multidominio» que se está
desarrollando —es verdad que cuando
aún no se ha consolidado definitivamente
el concepto de lo conjunto y
lo combinado— tiene como apoyatura
una utilización integrada de todas las
capacidades existentes en todos los
dominios operativos, entre los que se
encuentra, indudablemente, el del ciberespacio.
Decía Sun Tzu en su libro los trece artículos
de la guerra: «la mejor victoria
es vencer sin combatir». Aunque actualmente
los ciberataques pueden
conseguir objetivos estratégicos por sí
solos, pero sin lograr todavía resultados
decisivos, no hay que descartar que en
un futuro puedan obtener una victoria
definitiva anulando las capacidades de
respuesta del adversario, en especial
inutilizando completamente su sistema
nacional de mando y control.
En las actuales y previsibles relaciones
geopolíticas entre las grandes
potencias, no parece haber duda de
que el ciberpoder será uno de los elementos
más importantes del nuevo
orden mundial que se avecina. A mayor
abundamiento, en el equilibrio estratégico
del poder global, aquellos
actores que sean superiores en el dominio
del ciberespacio tienen muchas
probabilidades de imponer las reglas
y normas en las que se debe asentar
la comunidad internacional.
En el nuevo teatro de la guerra, el ciberespacio
ocupará una posición
central, por lo que resultará imperativo
ser tan capaz de operar en este
dominio como en el del espacio terrestre,
marítimo, aéreo y exterior.
Para ello, es preciso disponer de las
capacidades defensivas y ofensivas
necesarias para actuar en un entorno
operativo sin reglas ni límites, condicionado
por el desconocimiento y la
incertidumbre que encierra el propio
dominio del ciberespacio.
NOTA
1. Las operaciones en el ciberespacio
(acami.es).■