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LA PRISIÓN DEL REY DE FRANCIA: CONSIDERACIONES SOBRE ... 173
el año de su coronación un relicario en forma de una cruz o un crucifijo. Las
intenciones del Papa eran sacudirse parte del poder de Francia (consiguió la
adhesión de Francia al 5º concilio de Letrán), crear una cruzada contra el turco
y mostrar su favoritismo inicial por Francisco I para la corona imperial. De
ahí su interés en identificar a Francisco I como heredero de Constantino126,
acentuando la importancia de la Cruz (In hoc signo vinces)127, así como heredero
de Carlomagno. Inexplicablemente, pero tal y como ocurre con la banda,
no se tiene certeza del paradero actual de este excepcional relicario, aunque
Anne-Marie Lecoq afirma que: Elle fut sans doute ajoutée aux reliques de la
Passion vénérées á la Sainte Chapelle de Paris,128 donde ya estaban las reliquias
de la pasión que el rey San Luis compró en 1241 a Balduino, emperador
de Constantinopla129. Por otro lado, de ser la cruz o crucifijo con el que Papa
León X obsequió a Francisco I, la descripción del enviado de Siena yerra en la
parte que afirma que ya pertenecía al rey Luis, de la misma manera que lo haría
Alonso Pita da Veiga en su relato al referir que perteneció a Carlomagno y
que fue donado en Francia. Debemos recordar que el enviado de Siena valora
la cruz sin reliquia en 1.000 ducados y, en algunas fuentes, el regalo del Papa
se ha estimado en 15.000. Una cifra muy importante si consideramos que Pita
da Veiga recibió 600 ducados de oro por la recuperación del estandarte.
Por otro lado, conocemos el Lignum Crucis de Carlomagno, su talismán,
engastado en piedras preciosas y en un colgante, lo cual concordaría
perfectamente con la descripción del doctor Quiñones referida anteriormente.
El talismán de Carlomagno se ha conservado en Reims donde precisamente
fue coronado Francisco I. Sin embargo, analizando la información,
126 En alguna representación, aparece Francisco I llevando como signo la cruz blanca de Francia
en recuerdo de la cruz de Constantino, signo de la victoria. Según Santiago de la Vorágine,
refiriéndose al contenido de la Historia Tripartita, no solo los estandartes de Constantino
llevarían el signo de la Cruz, sino que él mismo hizo construir una cruz de oro para llevarla
él personalmente en su mano derecha durante los combates (así se representa a Francisco I
en alguna ocasión). Constantino mandó a su madre Santa Elena a recuperar la Cruz de Cristo.
Cuando lo hizo, envió parte a su hijo y otra la dejó en Jerusalén en un cofre de plata (que
robaría Cosroas, rey de los Persas y que recuperó el emperador Heraclio, según de la Vorágine).
Santa Elena recuperó los clavos que, según algunas versiones, Constantino fundió para
hacer un freno para el caballo que utilizaba en las batallas y un refuerzo para el casco de su
armadura, evidentemente todo provisto de un carácter de protección. VORÁGINE, Francisco
de. La leyenda dorada, Alianza Editorial, Madrid, 1995, Tomo I, pág. 289.
127 El sello del concordato entre el Papa y Francisco I contenía dicha leyenda, la imagen de la
cruz y, a los lados, los escudos de ambos.
128 LECOQ, Anne-Marie. ob.cit.
129 Un gran trozo de Lignum Crucis. Santiago de la Vorágine, al tratar la figura de San Luis,
dice: En el palacio real de París hizo construir una hermosísima capilla en la que colocó
la Sacrosanta Corona de Espinas del Señor, la mayor parte de la Santa Cruz, el hierro de
la lanza con que fue atravesado el Corazón del Salvador... VORÁGINE, Francisco de. La
leyenda dorada, Alianza Editorial, Madrid, 1995, Tomo II, pág. 927.
Revista de Historia Militar, 127 (2020), pp. 173-192. ISSN: 0482-5748