22 ZOLTÁN PÉTER BAGI
Además –siguió su razonamiento Illanes–, estas instituciones tenían precedentes;
el Imperio Romano, es más, el emperador Carlos V, ya los empleaba. El
sacerdote español era consciente de que sus planes podrían encontrar serias dificultades,
pero razonaba que nadie debería echarse atrás por similares preocupaciones,
ya que «en cosas tan bien vistas a los ojos de Dios, el Todopoderoso
nos ayuda». Los tres consejeros designados, también formularon preguntas de
carácter práctico a Illanes: ¿Con qué procedimiento, dónde, y con qué gastos
sería posible fundar la institución? El sacerdote español les entregó cuatro peticiones
como respuesta; los consejeros recopilaron brevemente el contenido
de estos documentos en el informe. Según Illanes, primero debían fundar un
hospital de campaña principal, en donde abastecerían a los demás hospitales
particulares con medicamentos, camas, personal de servicio y todo lo demás
que hiciera falta. Desde su punto de vista, Viena era la sede ideal para el hospital
principal, porque la ciudad ya contaba con un hospital imperial, utilizado
desde el asedio por las tropas de Solimán en 1529 para curar a los soldados
heridos y enfermos. Además, Illanes razonaba que el edificio estaba bien diseñado,
con suficientes habitaciones y sótanos, y no requeriría muchas reformas
para adaptarlo a las necesidades del plan. El sacerdote español proponía simplemente
trasladar a los enfermos y a los crónicos o terminales alojados en el
hospital. Illanes también subrayaba que, tanto el convento de Santa Ana como
la Corte de San Juan, ambos sin utilizar en aquellos tiempos, al igual que varias
casas privadas deshabitadas de la ciudad, estaban también disponibles para
albergar la institución. Finalmente, Illanes sugirió que si no optaban por este
hospital, entonces escogieran una ciudad grande y de considerable potencial
económico, donde hubiera muchos comerciantes y compañías comerciales. El
español creía que las ciudades insignificantes, pobres y con menor infraestructura
arquitectónica no sólo no podían permitirse acoger un hospital, sino que
la posibilidad de epidemias era mucho mayor. Illanes tranquilizaba a sus lectores
que, en Viena u otro lugar adecuado, no correrían peligro semejante de
la peste y otras plagas, ya que el hospital de campaña no admitiría a ninguna
persona con una enfermedad infecciosa, sífilis o viruela, sino que enviaría a los
soldados que padecían de estos males fuera de la ciudad, a lugar previamente
determinado y aislado.
Illanes consideraba muy importante que el hospital estuviera protegido
de robos y saqueos, porque sabía que una institución bien abastecida
con alimentos, vino, colchones, camas y con dinero efectivo atraería a los
amantes de lo ajeno.
Como conclusión a la primera petición, el sacerdote español indicaba
que el hospital de campaña debería ser establecido en un edificio adecuado, que
no necesitaría posteriores modificaciones arquitectónicas. También subrayó la
Revista de Historia Militar, 127 (2020), pp. 22-40. ISSN: 0482-5748